En una feria de coleccionismo selecta, a la que acudían obsesiv@s de máximo nivel, conocí a un aficionado a las antigüedades. Me confesó que sus ancestros vieron una vida infinitamente mejor que la suya y que “todo lo que habría esperado de la vida está en el pasado”. Me enseñó fotos de su casa decorada con objetos de antaño, y las imágenes no reflejaban precisamente la atmósfera de un hogar acogedor y funcional, sino más bien mostraban una oda a la nostalgia.
Justo a unos metros de allí, dos coleccionistas de sellos comentaban un rasgo común entre ellos: el deseo frustrado de haber viajado a otros países para haber podido conocer todos los rincones escondidos del mundo. ¿Algo los mantenía encerrados en s
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