Cuando yo era una semilla, tú ya existías, incluso antes. Entonces eras una promesa de continuidad. Poco a poco y sin necesidad de negar tus raíces descubriste que podías extender tus ramas, alzar tu espíritu, despertar tus deseos, compartir tus capacidades, penetrar en el bosque. Durante un tiempo hiciste de mi savia tu aspiración y al desarrollarte descubriste que podías producir tu propio alimento. Ahora tus frutos nutren a otros. Adelante. No temas avanzar. Húndete para ascender. Forma parte de la colectividad. Nada realmente te destruirá porque cuando yo era una semilla tú ya existías, incluso antes e incluso allí, donde el tiempo se fusiona con la eternidad.
Álvaro Santi