Nunca llevo reloj, es más, me parece un invento maligno y sólo su maldito primo, el despertador, me parece peor.
El otro día mi querido hijo me hizo reflexionar sobre el tiempo. El aún no tiene el control sobre las horas y muchos días no sabe si es lunes, jueves o domingo, lo que me parece genial. Incluso ayer, cuando eran las 21:30 y le dije que era hora de irse a la cama, retiró la cortina y me dijo:
-Papá, pero si es de día… ¡Mira! ¡Todavía no ha salido la luna!
¡Qué gran razón tiene y que sabiduría natural llevan sus palabras ignorante de la esclavitud del reloj!
Realmente estamos diseñados para despertar con la luz del día, para que nuestros cuerpos se activen con la luz del sol y para que cuando esta desaparezca nuestro sistema biológico, tan perfecto, nos induzca al sueño.
Pensaba en la vida en las tribus, sin horas para esto o para lo otro. El tiempo no es ni un concepto. Cada tarea se tarda en función de las circunstancias y ya está, así de natural. Nosotr@s, en cambio, lo tenemos todo cronometrado, demasiado cronometrado. Al final, sólo vivimos realmente libres de la cuerda del reloj unos días al año. ¡Que no somos robots!
¡Disfrutemos del tiempo que nos han regalado y que se borren las horas!
Escrito por Markius Rodez |