Lunita del sol, que es una niña adoptada, consulta:
Quisiera hacer una pregunta, o más bien contar una historia: Soy adoptada y lo supe a los 20 años, cosa que hizo muy difícil todo el proceso. Ahora tengo 27 y aún quedan cosas, por eso no del todo sanas. Tengo un problema con la constancia, el hacer… Y al parecer por algo que leí, es por el abandono de mis padres cuando era una bebé... ¿Qué puedo hacer? Un psicólogo me dijo que averigüe por qué me abandonó mi madre, pero yo a ella ya la conocí y no sé si quiero verla y tener una conversación tan intensa como la que sería si lo hago… Sé que es muy largo de analizar, hay muchos acontecimientos anexos que hacen de mí lo que soy…
Alejandro Jodorowsky le contesta:
Si ser adoptada indica una dolorosa separación de los padres genuinos, saber sólo a los 20 años que se es adoptada, desequilibra y culpabiliza. Te lo explico: la vida emocional del niño se basa en sentimientos incestuosos hacia la madre y hacia el padre. Al llegar la pubertad estos deseos, por ser el incesto un importante tabú, se reprimen y se transfieren hacia otras personas. Como mujer, te está prohibido acostarte con tu padre, pero los deseos infantiles reprimidos están almacenados en el inconsciente. Cuando te dicen que el que crees ser tu padre no es tu padre, de manera oscura comprendes que la sexualidad hacia él no está prohibida, que en lugar de ser su hija, podrías ser su amante. Repasas todas las caricias que recibiste y te das cuenta que fueron de alguien que, sabiendo que no eras su hija, podría ser motivado por deseos perversos. Eso puede hacer que no logres encontrar una pareja, por estar llena de desconfianza ante el amor: tus padres adoptivos te engañaron. Has cesado de creer en los seres humanos… Comienzas a imaginar, a preguntarte ¿por qué mi madre me abandonó? Te das explicaciones: es probable porque mi padre la abandonó a ella cuando estaba encinta… ¿Pero, tuve padre? ¿Y si ella simplemente se vendía? Lo mejor que se te puede ocurrir es que tu progenitor era una persona importante, rica, famosa o noble. Te creas una leyenda. Leyenda que te da miedo destruir si conversas con tu madre, porque temes que te revele algo terrible… De todas maneras, muy íntimamente piensas que si te abandonaron, tú no debías valer mucho… Te creas un árbol genealógico a partir de tus padres adoptivos. Ellos te han dado protección, te formaron, te integraron en sus vidas, pero, (lo sabes a los 20 años), en forma egoísta, haciéndote vivir una vida falsa. Saber esto te corta las raíces que te amarraban a la vida. Pierdes la unión con la realidad y el interés por las cosas, la constancia… Te sientes como una nube que el viento se puede llevar en cualquier momento. Sin embargo tu memoria celular sabe quién eres y de dónde vienes. Tienes una raza, una forma corporal, imperceptibles huellas de tus progenitores que puedes encontrar observándote largamente en el espejo… ¿Qué puedes hacer? Escucharte a ti misma: en la pared de tu cuarto, con revistas con fotografías de personas comunes o de gente famosa, elige tu padre y tu madre… Luego imagina si tuvieron hermanas o hermanos y busca en esas fotografías imágenes que les correspondan. Luego buscas tus cuatro abuelos y tus ocho bisabuelos… Así frente a ti, tendrás tu árbol imaginario. Entonces inventas para cada personaje de esa familia sus actividades profesionales, sus caracteres, su manera de ser, su posición social, etc. (Proyectas sólo imágenes positivas)… Hecho esto, con tu familia imaginaria sentida profundamente como una realidad, tomas un calmante, vas a ver a tu madre, y con valentía le haces contarte su visión de los hechos que la hicieron abandonarte. Te cuente lo que te cuente, aunque sea monstruoso, te despides para siempre de ella haciéndole un regalo: un anillo que previamente has mojado con tu sangre menstrual. (Eso te da el derecho de ser una mujer completa y fértil.) Misma cosa haces con tu padre adoptivo, pero esta vez el regalo que le das es una pequeña luna de plata acompañada de una muñeca del tipo con las que jugaste en la infancia. Esto hará que le devuelvas a la “Lunita del sol”, es decir, la amarra incestuosa que aún te liga a él. Realizadas estas dos cosas, pintas un pequeño auto-retrato con tu sangre menstrual y, enmarcado en forma de medallón, lo llevas en el pecho colgando de una cadena de plata, hasta que encuentres al hombre (o la mujer) de tu vida. Tu lema será “La imaginación al poder”. Te aseguro que lo que inventes como familia, corresponderá a la realidad que desconoces. |