En mi vida las mujeres que me rodean somos hermanas.
Me libero del cuento donde yo soy la mala y tú la buena, o yo soy la buena y tú la mala. Con ello, desde niñas aprendimos a rivalizar, a tener miedo, a competir, a mirar con sospecha y llenarnos de inseguridades las unas a las otras.
Me libero del cuento donde las madrastras son malas y brujas y desean siempre nuestro mal. Conozco mujeres amorosas que han cuidado, amado e impulsado a hijas aunque no sean de su vientre, pero sí de su corazón.
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