La realidad está llena de imperfecciones y esa imperfección nos incluye a nosotros.
Ahí puede entrar en juego la idealización, que puede darse de dos maneras:
Podemos atribuirles a otros cualidades idealizadas donde los aspectos oscuros no existen, frustrándonos cuando no responden a nuestros ideales.
O puede que seamos nosotros quienes ocupemos un lugar idealizado por otros, lo que hace que perdamos toda espontaneidad.
Si acepto ser idealizado, me veo obligado a cumplir con las expectativas de los dem
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