Puede que lo que sentimos y no expresamos explícitamente, lo vayamos proyectando de mil formas en nuestros espacios vitales de manera consciente o inconsciente. Por ejemplo, en los objetos que elegimos para decorar nuestra casa, o el nombre que le ponemos a la mascota o incluso en la foto de portada del perfil de Facebook.
¿Y qué hay de la cabecera de nuestra cama, lo que acompaña cada noche de manera silenciosa nuestros sueños?
Una opción frecuente es colgar algún icono, imagen religiosa o espiritual. Otros eligen láminas de paisajes y duermen delante de una gran ventana a la naturaleza, al mar, o a ciudades le
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