Los vacíos facilitan el reencuentro con uno mismo. Hay relaciones que nos alejan de nosotros, que nos marean, nos confunden, nos succionan. Y en lugar de ser felices siendo nosotros mismos, hacemos felices a otros dejando de ser nosotros, desatendiéndonos, postergándonos, demorándonos, olvidándonos de sueños, de deseos, hasta de formas de ser, de hablar, de pensar... ¡incluso de vestir!... se va como diluyendo en el aire nuestro real YO… y pasamos a ser el YO que los otros necesitan ver en nosotros, el YO que los otros reclaman o exigen, el YO que los otros se pintaron en su mente...
¿En qué momento nos perdimos? ¿En qué momento dejamos de ser nosotros mismos?
Hay que trabajar mucho ese reencuentro con la identidad y hacer un trabajo esmerado para ser de nuevo uno mismo, entender y sentir que es un auto rescate de las sombras del olvido. Poco a poco la persona va diciendo: "¡Es que esa era yo!... ¡ese quería ser!... ¡es que de esa manera pensé siempre!... esa era mi manera de hablar antes... ese era mi sueño... o mi estilo de vida... me adapté a otros, a sus formas, a sus modos, hasta a sus tonos... y me perdí de mi..."
La frase de la imagen está genial, sugiere lo obvio: sin ti vuelvo a ser yo.
Busca siempre relaciones que no te cambien, que te acepten tal cual eres, y si buscan modificarte en algo, que sea para mejorar tu calidad de vida, que sea para sanar lo enfermo, que sea para aliviarte, si quieren cambiar algo que sea para hacerte más completo, más fuerte y más feliz.
Mientras tanto cuida que tus relaciones jamás te hagan perderte de lo más importante que necesitas siempre para vivir tu vida: tu propia identidad, el ser tú mismo, tu esencia, tu luz, tus formas únicas de expresarte, de pensar, tus recuerdos, tus elecciones, lo que construyes, lo que aprendes, lo que priorizas, lo que amas, lo que cuidas... ser tú mismo.
Enamórate de ese ser que tienes dentro, mejóralo siempre... y luego sal al mundo y compártelo para que otros lo amen tal cual es.
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena |