Hay formas defensivas del psiquismo que lastiman, y mucho, a otros. Una de ellas es el silencio impuesto, o la distancia impuesta, o el discurso hiriente y directo, o el no dejar espacio al otro para que se exprese... construir un rotundo muro de división y aparente protección realmente puede herir, y mucho, al otro.
Claro que puedes decir: "¡pero por algo lo construyo! ¡por algo me separo de esas personas! ¡por algo necesito tomar esa cruel distancia!". Y tienes razón, muchas veces es la mejor forma de protegernos, evitar la presencia de aquellos que nos dañan. Ya no atacarlos más. Ya no más cansadores debates. Ya no más las eternas discusiones. Ya no más escuchar injusticias, incomprensiones, decepciones. Lamentablemente con algunas relaciones es el mejor modo de protegernos.
Pero a veces queda como costumbre para el resto de relaciones el poner ese escudo defensivo que en otros vínculos presentes no son tan necesarios.
Muchas veces se puede decir: "Ese escudo te sirvió en el pasado, en otras relaciones, con otras personas, pero suéltalo, anímate a dejarlo a un costado, ya no lo necesitas más, éstas otras personas (las actuales) ya no te dañan, no levantes más ese escudo, fue un arma defensiva efectiva en tu pasado, pero ya no es indispensable en tu vida presente, ¡sé valiente y suéltalo!"
Un paso tremendamente difícil de concretar para muchos. Soltar tu arma defensiva, la que te salvó. Soltar la lanza de ataque directo y efectivo ya es una prueba de fuerte desafío para el psiquismo, pero siempre queda una última arma de defensa protegiéndonos: el escudo.
Sea cual sea tu escudo, el que hayas creado para defenderte del entorno que te puede lastimar, es tu última arma de defensa, y costará dejarlo a un lado, te sentirás expuesto, débil, pero piensa lo siguiente: siempre lo tendrás a mano para cuando lo necesites, ya has comprobado su efectividad, ya sabes que en verdad contigo ese escudo funciona, que es una herramienta efectiva de auto-salvación, de rescate de ti mismo donde ampararte del ataque ajeno, sólo descansa de usarlo tanto, déjalo a un lado, y anímate a vivir la vida sin protegerte tanto, sin defenderte tanto, cuando toque usarlo lo usarás.
Tranquilo, que tu arma defensiva está allí para tus batallas reales, en las que en verdad lo necesites.
Hay batallas mentales que las generamos a través de nuestros miedos y donde no es tan necesario protegerte con un escudo.
Deja tu lanza, deja tu escudo, descansa, es tu tiempo de tregua, de intervalo entre tus luchas, relájate, confía, ¡vive!
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |