Hay un relato sobre la piedra y sus diferentes usos de un autor desconocido:
La piedra en el camino:
El distraído tropezó con ella
El violento la utilizó como proyectil
El emprendedor, construyó con ella
El campesino, cansado, la utilizó de asiento
Para los niños, fue un juguete
Drummond la poetizó
David, mató a Goliat
Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre. No existe “piedra” en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.
La imagen de hoy es más dramática por el tema y el mensaje que se sugiere de fondo: lo que a algunos podría matar, a ti te podría rescatar; lo que unos ven como la posible muerte en sus vidas, tu lo puedes ver como el inicio de algo nuevo y diferente: lo que a algunos mataría, a ti te renovaría.
El mensaje es claro: el poder está en ti, en tu postura, en tu esfuerzo, en tu iniciativa, en tu actitud ante lo que sea que se cruce en tu camino. Para algunos puede ser algo terrible, para ti puede ser algo de lo que podrás siempre extraer una lección, y por ende, un crecimiento. Lo que a ciertas personas los puede hundir, a ti te puede salvar.
¿Dónde está la diferencia? En ti. No en lo que pase, no en lo que te digan, no en lo que escuches, no en lo que supongas, no en lo que te sugieran, sino EN TI, en tu potencial dormido, en tu sanidad mental y física, en tu deseo de vivir. Esa misma soga que cuelga del arbol para muchos puede significar la marcha definitiva de la vida, y para otros, para los que saben rescatar lo mejor de lo peor, puede ser una excusa para movernos con libertad, divertirnos, reírnos, disfrutar del aire libre, del viento, del mecerse como niños.
Igual que el relato de la piedra: la diferencia no está en el objeto que se cruza en tu camino, ¡sino en lo que TÚ hagas con él!
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |