He recibido este precioso mensaje que me ha llegado a lo más hondo:
“¡Buenos días!
Aunque hace tiempo que no hablamos, sabes que te tengo muy presente. No te voy a recordar todo lo que he aprendí de ti, y poniendo poco a poco en práctica, mi vida empezó a tomar un cierto orden en aquel caos...
Casualidad o no, ayer hablaba con un amigo de toda la vida. Tiene una enfermedad "rara" que al final ha acabado postrándole en una silla... Era esperado. Y aunque yo siempre he sacado fuerza de él, de su valor, de su valentía para afrontar la vida, ahora necesita de mi ayuda. No de mi compañía, que también, sino de mi ayuda...
Yo sólo puedo enseñar lo que me han enseñado, y aún así, sigo aprendiendo y trabajando mi suerte cada día...
Eva, siempre presente en mis listas, en mi lenguaje positivo y en mi capacidad de sonreír hasta a la más cabrona de las adversidades. Te tengo que hacer una visita, porque sí, porque sé que quiero abrazarte, aunque cada día le doy gracias a... quien sea por proporcionarme todas estas hermosas casualidades...
Pero también quiero que mi amigo hable contigo. Creo que no es mi voz la que le transmite todo lo que transmite la tuya cuando uno se ve perdido y aislado en la depresión infinita...
A mí me ayudó, no imaginas cuánto, toparme en un universo virtual contigo, con lo que me transmitió todo lo que hablamos. Quiero muchísimo a mi amigo y está arropado por nuestras amistades y su divinísima familia, pero necesita un empujón, de esos que algunos tienen la capacidad de dar...
Y yo sólo confío en lo que he probado y sé que resulta... no sé qué efectos puede tener en mi amigo... Es una mente abierta y muchas de las cosas que tú me enseñaste, el lenguaje positivo, sonreír a la adversidad... él me las contaba, pero ahora está bloqueado por el miedo.
Cuando tengas tiempo para nosotros, nos gustaría ir a verte... y yo quiero abrazarte, ¡qué carajo!”
*¡Por supuesto que sí! ¡Gracias por este mensaje! :D |