Sin duda, los hechos del entorno ayudan y mucho pero, ¿cuántas veces nos ha pasado ver a otras personas viviendo situaciones que deseamos vivir... y no las vemos felices? Comodidad económica, aparente familia feliz y numerosa, viajes por el mundo, logros académicos... distintas circunstancias que estamos convencidos que nos traerían felicidad, pero hay protagonistas de la historia de nuestros sueños que nos confirman que aún viviéndolas, transitándolas, no son felices.
¿De qué depende la felicidad entonces? ¿Qué la determina?
El entorno ayuda, pero no lo suficiente. Los acontecimientos agradables facilitan la sonrisa, el relax, la motivación, algo muy parecido a un estado feliz. Pero falta algo, el elemento esencial, la esencia que sostiene la felicidad: nosotros mismos, nuestra emoción, nuestro mundo afectivo al desnudo y comprometido.
En la felicidad no ríe sólo el de afuera, tiene que reír el de adentro. La disponibilidad de nuestro mundo interno a ser feliz. El sentir que lo merecemos. El gozarlo con libertad, con tranquilidad, sin medidas, sin razonar.
No nos equivoquemos buscando afuera aquello que sólo puede surgir desde adentro. Pueden colocarnos en la escena más maravillosa imaginable y posible, que si no tenemos la disposición interior de gozarla, de permitirnos ser felices, de disfrutarla a pleno, no lo haremos.
Tu felicidad depende de ti. De tus permisos y de tus convicciones. De tu manera de vivir la vida, de aceptarla, de transitarla y de gozarla. De tu amor propio. De tu saber lo que mereces. En definitiva de ti y no de otros.
¡Jamás permitas que otros o las circunstancias determinen tu derecho a ser feliz!
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |