Cuando Gurdjieff tenía nueve años, se acercó para escuchar a su anciano padre que le dijo:
- Es una cosa muy simple: si alguien te insulta, escucha en silencio, atentamente, con detalle, lo que te esté diciendo, las implicaciones. Y luego dile a esa persona: “te agradezco que te hayas tomado tanto interés por mí. Dentro de 24 horas vendré y te contestaré. Tengo que hacerlo así, pues es una promesa que le hice a mi padre en su lecho de muerte”.
Y cuando Gurdjieff era anciano le dijo a sus discípulos:
- Este simple principio me ayudó inmensamente, porque, ¿quién sigue enfadado después de 24 horas? Después de haberlo considerado durante 24 horas, o te das cuenta de que, o bien está en lo cierto, y si está en lo cierto no hay de qué preocuparse, lo mejor es que tú cambies, o bien está equivocado, en cuyo caso tampoco hay ninguna razón para preocuparse. El problema es suyo, no tuyo. Un hombre que está completamente despierto permanece inmaculado, haga lo que haga, porque será una respuesta. Será un puro reflejo del espejo, sin juicios.
Fuente: Plano Sin Fin
Ilustración: Angela Marchetti |