Cuentan de un paisano de Catamarca que se encontró en el campo un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual. Y decidió llevarlo a su casa.
– ¿Será de avestruz? – preguntó su mujer.
– No, es demasiado abultado – dijo el abuelo.
– ¿Y si lo rompemos? – propuso el ahijado.
– Es una lástima. Perderemos una hermosa curiosidad, respondió cuidadosamente la abuela.
– Miren, en la duda, se lo voy a colocar a la pava que está calentando los huevos.
-Tal vez con el tiempo nazca algo – afirmó el paisano. Y así lo hizo.
Cuenta la historia que a los 15 días nació
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