Ser auténtico es un alivio. Vivir pendientes de lo que otros esperan de nosotros es agotador.
La persona que fluye sin tantos reparos, que se muestra tal cual es, que tiene y defiende sus principios e ideas, que no se frena a la hora de expresarse, de vivir, de relacionarse... es una persona libre, tranquila, confiada, segura.
Es cierto que la sociedad nos condiciona. Es verdad que el entorno siempre nos reclama, nos critica, nos influye. También es una realidad (que todos vivimos) el que para ser aceptados, queridos, respetados, apreciados, muchas veces nos tentamos a darle a los demás lo que necesitan ver
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