"Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger quien tendría ese honor. Voy a presentarles un problema - dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre éste un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: ¡Éste es el problema!
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana,
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