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Sobre las fobias

 

Definición de FOBIA:

Intenso miedo-pánico a algo racionalmente desproporcionado para la mente, pero incontrolable y limitante para el cuerpo.

El objeto fóbico se puede interpretar como a modo de símbolo onírico (p.e. fobia a los gatos, miedo a la intuición, o al lado femenino)

La solución psicomágica para superar una fobia es vivirla intensamente y transformarla en una experiencia contraria al miedo (p.e. Alejandro Jodorowsky receta a un fólico a los payasos: Disfrázate de payaso, ve a un hospital a entretener niños cancerosos. Con dulce voz de falsete, hazlos dormir cantando una canción de cuna.)

¿Por qué hay tantos tipos de fobias?

Muy sencillo. El fóbico siente un miedo terrible e incontrolable a un determinado estímulo y esto le provoca angustia, pero este estímulo, es sólo una causa aparente, en realidad, no es más que el sustituto de un conflicto que está reprimido en el inconsciente. Hay infinitas fobias porque hay infinitos conflictos.

Entonces la fobia tiene dos sentidos.

Eso es: un sentido manifiesto, evidente, y otro interno que es el desconocido y que tiene que ser tratado para lograr la sanación.

Algunos ejemplos…

Siempre depende de la persona, de su árbol, de su historia de vida, pero podemos hacer algunas asociaciones generales:

Acrofobia: temor a las alturas: al padre

Aelurofobia: miedo a los gatos: a la sexualidad

Agorafobia: miedo a cruzar campos abiertos, parques, plazas y otros lugares no protegidos: trauma del nacimiento

Algofobia: miedo a experimentar dolores: miedo a la muerte

Amatofobia: miedo anormal a la suciedad: miedo a pudrirme muerto

Amaxofobia: miedo a estar en vehículos en movimiento: problemas durante la gestación

Androfobia: miedo a los hombres: Homosexualidad

Antropofobia: temor a la gente: miedo al contacto/abuso sexual

Apeirofobia: miedo mórbido al infinito: A desaparecer tras la muerte

Astrafobia: miedo a las tormentas, truenos y relámpagos: temor al padre agresivo

Autofobia: miedo a estar solo: temor a mis instintos suicidas negados

Brontofobia: profundo temor a los truenos, muy propio de los siconeuróticos. En estos casos el temor se asocia con lo que la persona siente hacia personas como el padre o la madre con autoridad

Keraunofobia: miedo a los relámpagos, que es el símbolo de una fuerza superior y peligrosa.

Laliofobia: temor a verse obligado a hablar en público, típico de individuos que tienen dificultades para expresarse.

Paralipofobia: miedo a contraer responsabilidades, debido a la ausencia real o imaginaria de capacidad.

Es muy representativa la necrofobia: Dice Alejandro Jodorowsky que si se tiene miedo a la muerte, hay que preguntar a la persona si ha tenido alguna experiencia con ella. Si se observa que no es el caso, concluiremos que en realidad a lo que le tiene miedo es a la transformación.

¿Es cierto que el miedo es la otra cara del deseo?

Alejandro Jodorowsky dice que en muchas ocasiones, cada miedo enmascara un deseo reprimido. Ese deseo a un “objeto” determinado, se puede simbolizar con otro deferente, de manera que cada fobia podría ser una metáfora de un deseo reprimido. Miedo y deseo es lo mismo a nivel inconsciente, tenemos la prueba en el mundo onírico.

¿Se cura la fobia?

El primer requisito para sanar a un fóbico es que él mismo quiera curarse. Alejandro Jodorowsky afirma que cuando alguien tiene una fobia hay que preguntarle muy en serio si de verdad se la quiere quitar, porque la fobia puede tener una utilidad. Su inconsciente puede saber que ese miedo en apariencia irracional, le puede salvar la vida.

Cuenta el caso de la paciente de Jung que tenía una extraña fobia a los plátanos. Este la mandó caminar sobre una avenida regada de plátanos. Lo hizo con gran esfuerzo y una bala perdida la alcanzó y la mató.

Y añade que para hacer frente a la “fobia”, hay que ir hasta el fondo de la misma.

Ejemplo de una curación con psicomagia

Una noche de mayo, al regreso de tu conferencia, en el portal de mi casa, me atacó un hombre enmascarado que quería violarme. No lo consiguió, pero pasé mucho miedo y seguramente concentré mi espanto en el lado derecho del cuerpo que, a la mañana siguiente, estaba como paralizado. Aquello me sentir una gran aversión hacia los hombres, no soportaba su contacto y, a veces, no podía ni estar sentada a su lado. El miedo se apoderó de mí y, si volvía tarde a casa, subía los seis pisos corriendo. Yo, que nunca antes cerraba la puerta con llave, me aislé del mundo exterior parapetándome detrás de tres cerrojos. Pero el miedo no se quedaba al otro lado de la puerta, sino que me acompañaba siempre… Tú me prescribiste un acto:

“Ve a Pigalle y compórtate como una puta. Da una excusa para no irte con los hombres que se acerquen, para no pasar al acto”. Una coraza de plomo no me hubiera parecido más pesada… Elegí un 17 de julio porque el número 17 corresponde a la Estrella del tarot y a Acuario, mi signo, con lo que me ponía bajo su protección.

No conocía bien el barrio así es que fui primero a reconocer el terreno. Por supuesto, me resultaba muy difícil interpretar ese papel, completamente nuevo para mí, por lo demás. El 17 por la noche, a las nueve, vestida con minifalda, una blusa muy ceñida, zapatos de tacón y medias de malla y muy maquillada me encaminé a Pigalle. Realmente esperaba no toparme con ningún vecino por el camino.

En un andén del metro, un hombre se acercó para preguntarme, primero, si tenía fuego, después, la hora y, por último, por una estación del metro. Yo me sentía dentro de la piel del personaje y observa lo que pasaba por mí. En Pigalle me esperaba un amigo y su presencia me apaciguó.

Me senté en la terraza de un café elegido a propósito. Crucé las piernas con descaro y encendí voluptuosamente un cigarrillo rubio, mientras observaba mi entorno. Descubrí las miradas de los hombres, ávidas, despectivas, perversas, etcétera. Mientras afrontaba aquellas miradas, notaba que en mí, en mi vientre, surgía una nueva fuerza.

Transcurrió una hora, se acercaron cinco o seis hombres que querían subir a mi casa. Me negué, pretextando una enfermedad benigna. Algunos debieron pensar que tenía SIDA.

Después de cenar con mi amigo Hervé, volví a casa agotada, pero ya no tenía miedo y desde entonces he podido relacionarme con los hombres y subir mis seis pisos sin problemas. He dejado de esconderme y me siento en paz.

Este acto me permitió descubrir que en mí coexistían varios personajes, manifestarlos, vivir mi miedo y superarlo. Experimenté una gran liberación y la confianza de que en adelante podría avanzar, seguir mi camino. Sin este acto, qué duda cabe, lo hubiera reprimido todo. Ahora siento que me he abierto.

El miércoles pasado, al volver de la conferencia, vi que un hombre me seguía. Quería acostarse conmigo. Me vino a la memoria el acto y toda la fuerza que había extraído de él. Discutí con ese hombre y pude ver el miedo en sus ojos. Tomé conciencia de mi propia fuerza y él también la sintió. Salió del edificio y yo subí a mi departamento, tranquila, confiada.

Mucho amor, alegría y armonía para ti y tu familia”.

Fuente: planosinfin.com

Categoría: Metagenealogía y Psicomagia | Vistas: 2113 | Agregado por: CRoWLeY | Valoración: 0.0/0
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