Si nos regalan una electrodoméstico para hacernos la vida más fácil o sacarle todo el sabor a lo que cocinamos, lo lógico es que leamos en manual para saber primero para que sirve y luego como funciona.
Al nacer, la página en blanco que somos, como diría Gurdjeff, va emborronándose con nombres, atributos, ligámenes familiares, imposiciones sociales, etc., hasta convertir esa página en un complicado garabato negro que suplanta lo que realmente somos. Parece obvio pues, aprender a saber cuáles son nuestras facultades y cómo podemos aprovecharlas al máximo y también cuales sobre nuestras debilidades y puntos vulnerables, para obviamente evitar exponernos innecesariamente.
La astrología, fiel reflejo del cielo en el momento de nuestro nacimiento, nos da el mapa de energías que tenemos disponibles en todo momento y nos apunta con precisión de que naturaleza de nuestra conciencia superior, nuestras emociones primarias, nuestras facultades de raciocinio, la capacidad de nuestros sentidos para captar cómo es la vida que nos equilibra, la fuerza de nuestra afirmación, y por otro lado cómo podemos negociar con las tensiones del mundo para vivir en él sin convertirnos fácilmente en sus esclavos.
Juan Trigo |