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Pánico y Ansiedad

3ª Etapa (Movimiento, Valoración) y 4ª Etapa (Relación)

La ansiedad es un elemento de alerta en nuestro cuerpo. Es aquella que nos indica que ya tenemos hambre y tenemos que comer. Es aquella que nos dice que tenemos que digerir lo comido. Es aquella que nos dice que tenemos que dormir y aquella que nos indica que tenemos que despertar. La ansiedad, es la “alarma”, que le indica a nuestro sistema nervioso central que tenemos que hacer algo. Así sea huir del depredador, defender nuestro territorio, proteger a los nuestros, etc.

Desde este punto de vista, la ansiedad se considera una señal positiva, de salud, que ayuda en la vida cotidiana, siempre que sea una reacción coherente frente a determinadas situaciones que tengan su cadena de sucesos de forma correcta. Y hay varias formas en que la ansiedad resulta una “alerta”. Puede ser una alerta en rojo que nos dice: “sal corriendo, es un incendio”. Puede ser una alerta amarilla que nos dice: “Cuidado no cruces, vienen más coches”.

Esas situaciones de “ansiedad”, ayudan al organismo a resolver peligros o problemas de la vida cotidiana.

Pero, ¿por qué muchas personas declaran “tener problemas de ansiedad”?

Porque la sociedad moderna, ha confundido la ansiedad con lo que se denomina “trastorno de ansiedad”, que es radicalmente otra cosa.

El trastorno de ansiedad sí tiene consecuencias negativas para las personas y, sobre todo, consecuencias desagradables. La mayoría de la población se diagnostica por medio de “la familia”, y es allí cuando las falsas creencias toman fuerza. Y vamos por la vida etiquetándonos como personas con “problemas de ansiedad”, en lugar de tomar consciencia.

El trastorno de ansiedad

El trastorno de ansiedad está constituido por varios elementos, entre los cuales se incluyen:

– Fobias.

– Trastorno obsesivo-compulsivo.

– Trastorno de pánico.

– Estrés post traumático.

– Ansiedad generalizada.

– Ansiedad social.

– Ataques de pánico.

En todos estos casos y a diferencia de la ansiedad normal (adaptativa), las personas viven permanentemente sensaciones de miedo y deseos de huir.

La persona ya no es capaz de distinguir una amenaza real de una amenaza imaginaria. La persona vive en un estado casi permanente de angustia irracional. Por lo tanto, no es una persona consciente de su realidad, sino que vive aterrada por la inminente llegada de algún suceso inesperado y fatal para su vida.

 Los síntomas que presenta una persona con trastorno de ansiedad son:

– Extrema fatiga o desánimo.

– Taquicardia.

– Respiración acelerada.

– Dilatación de las pupilas

– Sensación de ahogo.

– Temblores en manos o pies.

– Sensación de pérdida del control.

– Sensación de pérdida del conocimiento.

– Sudoración excesiva.

– Náuseas.

– Rigidez muscular.

– Debilidad muscular,

– Dificultad para hablar y expresarse.

– Pensamientos negativos y obsesivos.

 El trastorno de ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes:

Síntomas físicos.

Síntomas cognitivos.

Síntomas conductuales.

Los mismos pueden presentarse solos o mezclarse entre sí. Y para detectarlo es necesario realizar varios análisis, pruebas y estudios médicos en instituciones especializadas en salud mental. No basta con sentir nervios para decir que uno padece ansiedad. Así que mucha atención a esto.

¿Qué conflicto emocional estoy viviendo?

Si yo presento trastorno de ansiedad, significa que me siento débil, minimizado/a, poco apreciado/a, víctima de las circunstancias e incapaz de demostrar mi valor e inteligencia. Percibo un peligro inminente y no estoy pudiendo decodificarlo.

Puede ser una manera de llamar la atención de mi entorno, de hacerme escuchar de una buena vez, y poco a poco voy desarrollando miedos irracionales para lograrlo.

Tiendo a pensar siempre en un futuro negativo, siempre tengo prisa, siempre tengo que alterarme ya, para que me hagan caso. Me cuesta pedir lo que necesito y siento que de alguna manera me están explotando o forzando a ser quien no soy, o a  relacionarme con quien no deseo, o a actuar de maneras que no tienen que ver con mi verdadera esencia.

Tiendo a recordar y hablar de mi pasado, siempre fue mejor, siempre viví mejor, tuve lo mejor, conocí a los mejores, gané mejor, trabajé mejor, etc.

Si no “me pongo mal”, nadie me hace caso. Podría ser una manera extrema de afirmarme a mí mismo/a.

Puedo llegar a disfrutar inconscientemente del papel de víctima o desvalido/a consiguiendo de esta manera ser cuidado/a por aquellos que siento que no lo hacen adecuadamente.

 

El pánico y la ansiedad es un profundo estado de inseguridad. Proviene de un padre/madre interno inadecuado. Las figuras interiorizadas de mis padres son débiles y poco protectoras o bien muy rígidas y autoritarias, y me siento ya sea desprotegido/a o sobre exigido por ellos.

Hay algo del pasado que todavía está sin elaborar. Suelo volver una y otra vez sobre situaciones que han quedado sin cierre. Puedo estar viviendo un “trauma post traumático” sin saberlo. Quizás el quiebre de alguna relación que ha dejado secuelas severas en mis emociones. Quizás algún abuso físico o psicológico al que no he dado la importancia suficiente como para elaborarlo y eliminar sus secuelas. Puede que no me sienta a la altura de las circunstancias, que sea demasiado exigente conmigo mismo/a y pretenda brillar en el mundo externo de tal manera que, cada vez que me expongo, siento una enorme presión por destacarme y, en consecuencia, un miedo extremo a fracasar.

El miedo al fracaso, a no ser suficiente según mis parámetros internos, es una razón inconsciente causante de ataques de pánico. Sentir que no cuento con los recursos necesarios para afrontar la vida. Sentir que todavía no es mi momento, que me falta tiempo para crecer, para cerrar situaciones pendientes, para definir y definirme como persona.

Los ataques de pánico pueden ser causa de una forma de pensamiento negativo instalado como hábito y que se pone en funcionamiento automáticamente sin siquiera percibirlo. Estamos acostumbrados a hablar de temas que nos preocupan, a ver la televisión (los noticieros) y llenarnos de malas noticias, a llenarnos de basura. Quizás nos rodeemos de personas negativas o criticonas que suelen hablar mal de los demás y de todo lo que sucede en general. Todo esto va alimentando a nuestro “monstruo interno”. Alimentamos sin darnos cuenta nuestros miedos hasta hacerlos inmanejables.

Desde el punto de vista transgeneracional, puedo estar viviendo una alianza o lealtad con algún ancestro que haya pasado por situaciones de tortura o que haya sufrido una muerte violenta por asesinato o ataque feroz (puede ser a causa del ataque de algún animal). Una muerte envuelta en un clima de extremo pánico antes de partir.

Estas memorias inconscientes pueden estar generando ataques de pánico inexplicables y ansiedad profunda por la percepción de un peligro inminente  ineludible vivido por un ancestro con el cual nos identificamos de alguna manera.

¿Cuál es la emoción biológica oculta?

Falta de confianza en el proceso de la vida.

Falta de confianza en mí.

Falta de auto respeto y valoración.

Exceso de auto exigencia.

Exceso de comparación con otros

Falta de verdadera introspección y sondeo acerca de los verdaderos miedos.

Falta de dedicación en la capacitación para adquirir recursos reales para afrontar desafíos reales.

Miedo a vivir por miedo a morir.

¿Cómo libero esa emoción biológica?

Tomando consciencia de mis miedos. Tener el coraje de “acunarlos”, no rechazarlos, aceptarlos y entenderlos aunque parezcan irracionales.

Amando mi vida tal cual es.

Dejando el rol de víctima.

Aprendiendo a pedir lo que necesito de otra manera.

Confiando en el proceso de la vida.

Impidiendo que mi imaginación negativa guíe mi vida.

Siendo yo mismo/a y avanzando a pesar del miedo: el coraje es avanzar justamente a pesar del temor.

Guiándome por mi intuición.

Confiar  en los demás de manera inteligente, aprendiendo a discriminar quien es confiable y quien no, pero no poniendo a todos “en el mismo saco” de la desconfianza.

Capacitándome en todo aquello para lo cual me siento incapacitado/o de afrontar. Adquiriendo los recursos necesarios para fortalecer mi sensación de fuerza y capacidad frente a la realidad (estudiando, aprendiendo, investigando, etc.)

Comenzando un camino de exploración personal a través de una terapia, de alguna práctica como el yoga, la meditación, mindfulnes, etc.

Mejorando mi dieta con alimentos nutritivos y ricos en proteínas, minerales y vitaminas y evitando la comida chatarra que debilita todo mi sistema e intoxica, no solo mi cuerpo físico, sino también mi cuerpo emocional y mental.

Indagando en mi árbol genealógico para averiguar si hubo algún ancestro que haya sufrido una muerte violenta. Darse cuenta que, si bien nuestro ancestro puede haber sufrido mucho, tenemos la obligación de liberarlo y liberarnos del sufrimiento, y tomar consciencia plena de que la vida continúa y que el espíritu nunca muere. De esta forma ayudamos a limpiar las memorias de nuestro linaje ancestral a la vez que seguimos adelante con nuestro propio camino.

Fuente: Saber vivir mejor

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