Muchas personas temen lo nuevo. Crecen en ciertas realidades y se acomodan a ellas como si fuera lo sano, lo normal.

En realidad de lo que se trata es que para muchos lo insano es "lo normal" en sus vidas.

El que crece con un padre violento cree que seguramente los demás padres en sus hogares son así. También es normal para ciertas personas que las parejas discutan o sean violentas si crecen en un hogar con ese problema diario vivido con sus padres. O es normal para ellos estar aislados y jamás salir del hogar, ni relacionarse, porque desde pequeños se los enseñó a vivir encerrados, lejos del entorno y del roce social. Lo mismo a quien, por distintas razones, crece con el miedo latiendo en su hogar a diario.

Hablarle a personas así de la vida sana y realmente normal es como hablarle otro idioma. Se les está comunicando que toda su vida creció en un ambiente familiar insano y anormal, dañino y enfermo.

Personas así nacen con las alas cortadas, no tienen la menor idea del poder de su vuelo, desconocen totalmente sus potenciales ocultos, el entorno en el que crecieron les enseñó a ser sumisos, recluídos, reprimidos, o separados de la rutina habitual en la que todos solemos crecer.

Usan y aprendieron otros valores, otros principios, otras prioridades. Sus maneras de vincularse son diferentes y con el tiempo el entorno no los comprenden y se alejan… remarcando su soledad.

Cuando veas a alguien con ciertas tendencias al encierro, al silencio, a no hablar mucho, a callar demasiado, con miradas que indican que no comprenden mucho lo que sucede a su alrededor, entendamos que hay razones para ser así. Quizás para esa persona esa es su forma normal de vivir.

Si queremos ayudarlos de verdad, recordemos que tienen causas para ser como son, que todo eso puede cambiar si se trabaja con ellos pacientemente, si se los motiva a lanzarse a la vida... y enseñarles que volar no es peligroso, ni es algo enfermo... mostrarle que en verdad tiene alas que no ha usado nunca, pero que cuando por fin se de el permiso, cuando le llegue su tiempo personal de animarse a vivir, él mismo se sorprenderá de la extensión que tienen sus alas, porque nacerán y experimentará sus capacidades, sus posibilidades, y sus condiciones latentes, dormidas y demoradas.

Por fin hará su vuelo y lo gozará, y verá que puede planear, revolotear, elevarse y descender, alcanzar lugares que ni imaginaba, a su gusto y necesidad, y sera dueño de su propio vuelo.

Saquemos de las jaulas a quienes temen tanto volar y enseñémosles lo que es realmente la vida sana, plena y normal.

Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena