
Cuando algo importante se oculta (como un aborto, una infidelidad, una muerte trágica, una enfermedad mental, un crimen o una exclusión), se rompe el orden natural del sistema. Todo miembro tiene un lugar y una dignidad, y negar ese lugar a alguien, o a algún hecho, genera un desequilibrio sistémico.
Lo que se excluye busca ser incluido
Hellinger decía que “lo que se calla en una generación, grita en la siguiente”. Es decir, aunque un secreto no se diga, sus efectos se manifiestan en los descendientes. Por ejemplo:
• Un nieto puede cargar con el dolor o la culpa de un abuelo que fue rechazado o del que nunca se habló.
• Alguien puede repetir el destino de un excluido, como una adicción, enfermedad o fracaso.
El amor ciego de los descendientes
Los hijos o nietos, por amor inconsciente a su sistema, a menudo se identifican con quienes fueron excluidos o con los secretos no contados. Esto se llama implicación sistémica. No lo hacen por decisión racional, sino desde un nivel profundo de lealtad familiar.
La solución: mirar e incluir
Hellinger proponía que el camino hacia la sanación no es ventilar o juzgar el pasado, sino reconocerlo con respeto y darle un lugar. Cuando se revela un secreto, se puede restaurar el orden al decir frases como:
“Ahora te veo, y te doy un lugar en mi corazón.”
Esto permite que el flujo del amor vuelva al sistema y que las generaciones futuras no tengan que cargar con lo que no les corresponde.
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