
Dejé de insistir donde no había lo que buscaba. Dejé de pedir con las manos cerradas. Dejé de esperar en sillas ocupadas. Dejé de intentar en un cuerpo ajeno. Deje de poner mis expectativas en personas ocupadas. Dejé de pretender que el otro entendiera. Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado mío.
Y entonces, ¡magia! ¡Magia!
...
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