Es un texto ya gastado de tanto pasar de mano en mano: las palabras que no se dicen... pero que con tan sólo ponerlas en tu boca, en muchas ocasiones, te alivias tanto...
El asumir "FUI YO" aparte de un acto de valentía para el que lo dice (y de cobardía para el que lo calla) es una liberación en lo más íntimo, y de crecimiento personal. Implica asumir la realidad en sus partes más dolorosas: aceptamos una responsabilidad.
"PERDÓN", una de las palabras más necesarias de escuchar para llegar a acuerdos y vivir en paz, y una de las más difíciles de aceptar. Pedir perdón es sinónimo de bajar la cabeza y asumir en las entrañas un: Te lastimé. Es darle al otro el alivio de que por fin aceptamos el duro compromiso de aceptar que tuvimos parte y culpa en lo que pasó. Que somos conscientes de los daños causados, y que lo lamentamos. Nuevamente: acto de valentía y madurez para el que lo hace, y de cobardía para el que lo calla.
El decir "ME GUSTAS" implica un asumir con naturalidad cuando alguien nos cae tan bien que es un gusto estar con él o ella. Se vive gozoso cuando por fin se admite, porque no sólo estamos aceptando algo que es normal con alguien, sino que estamos dándole un regalo gozoso al que lo escucha. ¿Por qué callarlo tanto?
"TIENES RAZÓN" aparta el orgullo que muchos tienen asumido como parte esencial de su ser, sacarse el protagonismo de las historias (donde hay otros relacionándose con nosotros) y entender que no somos los únicos, que hay otros que tienen sus motivos, sus argumentos, su participación en las cosas que sucedieron, y quizás, la razón. Muchas veces en la vida nos toca apartarnos del encaprichado acto de tener razón siempre. A muchas personas les cuesta salir de ese personaje exclusivo. Necesitan sentirse los intérpretes dominantes, los casi perfectos, los que siempre tienen la razón de su lado. Obviamente, el ser capaz de decir al otro: tienes razón, es un sinónimo de un saber convivir con los demás. Gozar y aprender, aún sin tener razón. Dársela a otros. Y descubrir que un toque de humildad a veces nos acerca a los demás.
"TE AMO", el sentimiento más intenso, comprometido, jugado, profundo, y que implica e insinúa un camino largo de maduración mutua. No amamos de un día para otro, requiere un proceso, sugiere un camino juntos, con muchas caídas que nos desafían a soltar la mano del otro, pero justo en ese momento que podemos salir del problema separándonos de ese vínculo, es cuando descubrimos que lo amamos en serio. Elegimos siempre, en lo bueno y en lo malo, seguir a su lado. Y se crece juntos. Y se pelea juntos. Y se ama juntos. Decirlo es uno de los compromisos mayores que se puede adquirir ante otro ser humano. Es una de las maneras más contradictorias de aceptar lo que sentimos por otro, porque a pesar de tantos pesares, sabemos que lo queremos a nuestro lado. Decir: Te amo, es el comienzo sin duda de una vida totalmente diferente a la anterior. Cuando por fin lo digas, prepárate, porque todo cambiará.
El saber decir "ADIÓS" refleja mucha fortaleza interior. Cuando lo decimos a personas sin importancia no nos mueve en lo más íntimo, saber decirlo al que se va para siempre (muerte) o al que se va en esta vida a vivenciar nuevos rumbos, ya no más juntos, en algunos casos duele demasiado. Hay todo un duelo que procesar, todo un camino de caídas profundas y levantadas elevadas que transitar. Decir adiós nos expone en algunos casos a un desprendimiento desafiante, donde toda nuestra fortaleza se pone en juego, donde muchos desisten y prefieren no decir adiós, y de ese modo quedan atrapados en un silencio por no animarse a soltar manos, a comenzar nuevas vidas, a entender que las cosas ya no son las mismas, y quedan apresados en cárceles afectivas innecesarias, aprisionando a otros. Decir adiós implica un gesto de coraje, una muestra de entereza, y en algunas situaciones de indiscutible osadía. Decir adiós es asumir que todo ha terminado definitivamente, al menos en ese aspecto de su vida.
Fuente: Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |