Como sucede en las leyendas y los mitos, tenemos que enfrentarnos a los obstáculos para, así, transformarlos en etapas de nuestra liberación. Hay un cuento iniciático que resume muy bien esta función esencial que tiene el obstáculo, para permitirnos de esta forma fortalecer y asegurar nuestras creencias:
Un campesino recibe la visita de su dios. Se arrodilla ante él y le agradece el haberle otorgado el don de la vida. “Todo te lo debo, pero sin embargo necesito presentarte mis quejas: trabajo para abonar mis terrenos y lograr que el trigo crezca lozano, pero tú me envías huracanes, sequías, pájaros hambrientos, ratones, lluvias torrenciales y plagas. ¿Puedes, por una vez, evitarme estos males?” El dios satisface los ruegos del campesino. Cuando planta la semilla, ningún viento huracanado remece la tierra, el clima es benigno durante todo el año, llueve justo lo necesario, no se asoma ningún pájaro, ningún insecto dañino… Y por falta de obstáculos que vencer, debilitadas, las semillas se pudren en su buena tierra y no llegan a germinar.
Alejandro Jodorowsky “Metagenealogía” |