La antiguedad de ésta mala costumbre no puede calcularse, pero desde que el humano se relaciona es un mal hábito que no se ha logrado curar.
Toda reflexión al respecto está de más, porque cualquier persona que se detenga a pensar dos veces en ello sabe que es una gran verdad.
Muchas veces hemos oído: "Ahora entiendo a aquella persona que yo tanto criticaba. Ahora que me toca vivir algo similar a lo que esa persona sufrió. Comprendo mejor sus conductas, sus formas, su trato, su cara triste y siempre cansada y amargada... ¡yo estoy igual ahora!"
Tantas veces creemos comprender a la persona... y cuando vives algo parecido a su problema, a su angustia, lo entiendes mucho, muchísimo más.
No vamos a vivir todo lo que le pasa a otros. Hay tantas experiencias humanas a las que no accederemos (afortunadamente en muchos casos), pero eso no nos da el derecho a criticar lo que no conocemos. No nos hemos puesto esos zapatos, ni hemos atravesado esos caminos. Tampoco cargamos en nuestros hombros esa historia.
Cuando toque opinar sobre algo, asegúrate primero escuchar y conocer mejor esa vida, infórmate antes de juzgar o criticar. Es muy fácil suponer, enjuiciar y censurar sin saber nada o muy poco del otro. Lo difícil es tomarnos la tarea de ANTES de actuar así, intentar al menos investigar, indagar, preguntar, entender, revelar lo oculto que quizás esa persona no cuente de sí misma, pero que en cierta forma explique mejor por qué es como es y actúa como actúa.
La sociedad entera cambiaría de ritmo y destino si todos tuviésemos esa mínima actitud ante los demás.
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |