Se conoce como bruxismo al hecho de apretar fuertemente los dientes superiores contra los inferiores e incluso el hacerlos rechinar, deslizando unos contra otros a manera de mordida. Todo esto de forma inconsciente y a cualquier hora del día.

El bruxismo durante el sueño a menudo es el mayor problema, ya que es más difícil de controlar o evitar. Muchas personas presentan bruxismo mientras conducen un auto, mientras trabajan frente a una computadora, durante clases, etc.

Se dice que la causa del bruxismo es el estrés y la ansiedad, siendo ésta última la más aceptada por médicos y dentistas.

 La consecuencia más obvia del bruxismo, es la deformación de la mordida por la desalineación de los dientes, ya que estos por lo general son empujados hacia el frente.

 Y mientras el bruxismo, por lo general, no causa molestias, existen personas que sí lo padecen presentando dolores musculares en la mandíbula y desgaste dental.

¿Qué conflicto emocional estoy viviendo?

Dentro de la Biodescodificación, se toma el bruxismo como síntoma (entre muchos otros) de “Síndrome de Yacente”, esto es, traer heredada la carga emocional de una persona muerta en la familia, justo antes de mi fecha de concepción. Una persona muerta en la familia, días antes de que yo fuera concebido.

En la mayoría de los casos, se trata de un familiar muy querido y apreciado, y ese dolor, esa pérdida, provoca que, emocionalmente, yo sea concebido por mi padre o por mi madre con el único fin de “llenar el lugar del muerto en la familia”, de traerlo a la vida nuevamente.

Es sumamente extraño que yo, como adulto, presente bruxismo de la noche a la mañana. Sin embargo, sí existen detonantes que en mi vida diaria, puedan disparar el programa biológico.

Las emociones que pueden estar relacionadas con el bruxismo pueden ser parecidas a las siguientes:

- Tienes que callarte, guardar el secreto.

 - Tienes que soportar esta tortura.

 - Ese incesto tendrá que quedar sepultado, nadie tiene que enterarse.

 - Esto queda entre nosotros.

 - Cállate.

Se dice que son vivencias, nuestras o transgeneracionales, en que vivimos cualquiera de las anteriores emociones o las vivió alguno de nuestros dobles, con su padre real o con la parte masculina de su madre. Para que quede más claro, imaginemos a una tía nuestra, tía bisabuela. Ella vive en época de guerra. Toda la gente vive escondiéndose y perdiendo sus casas y pertenencias a causa de los saqueos.

En esa época, llegan a la casa algunos rebeldes que, sin más, abusan de ella y se largan.

Meses después, esa tía conoce a un apuesto comerciante quien la pide matrimonio y, aunque ella quisiera hablarle de su drama a su pareja, nuestro tatarabuelo (un hecho vivido con el padre real), o bien nuestra tatarabuela, que ya es viuda y lleva las riendas de la casa (un hecho vivido con la parte masculina de la madre), le indica que ella tendrá que callar que será un secreto aquello que sucedió, porque es una vergüenza, un deshonor.

 Nuestra tía vive toda su vida “callando”, y ese es el drama emocional que se hereda hasta nosotros.

Y es así como nosotros, dobles de esa tía bisabuela que no pudo hablar, no pudo decir el secreto, que soportó esa tortura, nos obliga inconscientemente a “mover los dientes”, a hacer ese gesto de “hablar”, de “confesar”, claro, de manera simbólica.

Por lo tanto, en todos los casos de bruxismo es necesario analizar el árbol genealógico, buscando lo no dicho, los secretos y, sobre todo, a los muertos antes de nuestra concepción.