En una reunión de apoyo emocional grupal, una mujer atendía en silencio a todas las otras personas que hablaban, se desahogaban, lloraban, y manifestaban con gran angustia su dolor personal por ciertas vivencias que les estaba tocando vivir. La persona miraba a todas con tranquilidad, y hasta cierta sonrisa dulce, haciéndoles preguntas a los otros miembros del grupo, dándoles ideas para mejorar sus vidas, afirmándoles que los comprendía profundamente en su dolor.
Al finalizar el encuentro, me acerqué a preguntarle por qué ella no había contado nada de su situación personal, si yo sabía que era muy dura. Y su respuesta fue:
"Yo estoy mucho p
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