Llega un momento sorpresivo en nuestras vidas donde los roles se cruzan, se rotan, y quedamos como desconcertados sin saberlos manejar.
Aquel que lo era todo, que lo sabía todo, que lo hacía todo, se vuelve una criatura frágil, confusa, limitada, incapacitada, débil, su mente no tiene la rapidez de antes, ni la frescura e inteligencia de antes, su firmeza por momentos se desmorona en llantos incomprensivos, su sensibilidad asombra, su impaciencia asusta y enoja, sus risas repentinas y sin sentido descolocan, su cansancio es constante, su cuerpo sin duda ya no es el mismo en ningún sentido. Sus charlas se vuelven reiterativas. Su mirada se pierde seguido. Y su mente entra en telarañas en las que por momentos es difícil rescatarl
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