En una noche con fuertes vientos se escuchó un aullido que no cesaba. Se creyó que había caído un animal al fondo de un hoyo.
El primero que pasó, suponiendo que el desafortunado necesitaba comida, arrojó carne para que sobreviviera. El aullido continuaba.
El segundo aseguró que tenía frío y encendió cerca una fogata para que lo protegiera. El aullido continuaba.
El tercero opinó que si colocaban a otro animal mejor entrenado cerca, aquel saldría. El aullido no paró.
El cuarto propuso una cadena de oración para ayudar al pobre desdichado. Se siguió escuchando el aullido.
Cuando finalmente amaneció, todos pudieron ver que el viento, al pasar por una grieta cerca del pozo, provocaba ese particular sonido.
Y cada uno comprendió su error.
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