A veces, leyendo diarios o escuchando informativos en televisión, dan ganas de gritarle al mundo: ¡Dejen ya de equivocarse tanto! Lo que provoca tantas guerras afuera, tantas muertes injustas, tanta perdición entre humanos, tanto deterioro en valores, en principios, tanta distorsión de conceptos básicos de unión y construcción, tantos derrumbes y abandono de ciudades enteras, tantas pérdidas irrecuperables... es la batalla interna jamás atendida, jamás enfrentada.Si no has peleado la guerra internamente, la pelearás afuera. Todos los comienzos de grandes batallas fueron generados por personas que tenían duras batallas internas que encarar y que jamás se animaron a hacerlo.Cuando una persona se enfrenta a sí misma, saca sus fantasmas, habla con ellos, ajusta sus propias sentencias consigo mismo, ve lo que está mal, lo castiga, lo encierra, lo analiza, lo corrige y lo libera... cuando se cumple ese proceso interno, la persona por fuera queda limpia, clara, equilibrada, sana... y piensa y actúa de un modo maduro y responsable. Pasó por sus propias contiendas y las ganó, se enfrentó a los soldados más poderosos y casi indestructibles que habitaban en su mundo interior... y ganó las batallas una a una, y se hizo más fuerte, más correcto, con visiones optimistas de lo que puede CREAR... jamás se le cruzará en sus pensamientos volver a confrontaciones, a diferencias, a duras batallas, porque ya las combatió, ya las sangró, ya las sudó... y casi pierde la vida en ellas.En cambio el que inició imperdonables guerras que arrasaron con tierras y vidas, destruyendo todo, cuerpos y esperanzas, sueños y edificaciones, paz y prosperidad, poblaciones enteras con sus culturas e idiosincrasias... y dejaron como herencia más violencia, más destrucción, más muertes, más injusticias, más inhumanidad latiendo entre la gente y los ladrillos... esa persona jamás batalló en su mundo interno. Suelen tener todos los valores alterados, todos los principios invertidos, jamás se esclarecieron internamente, vienen de familias disfuncionales, jamás vieron la vida con ojos creativos y sanos, no concibieron el potencial de las negociaciones, de corregir antes de matar, de construir antes de derrumbar, de dialogar antes de asesinar.Sería interesante poderles decir a los que comenzaron las batallas afuera: ¿qué tal si intentas enfrentar primero tus luchas internas? ¿sería mucho pedirte? ¿cuántas vidas se salvarían¿ ¿cuántas sociedades aún existirían? ¿cuántos cambios productivos y constructivos sociales se concretarían? ¿cuánta calidad de vida entre humanos mejoraría?La paz interna sin duda es el mejor ECO para lograr la paz externa. Comencemos por lo primero y dejemos de argumentar inconsistentemente con tantos adornos algo tan terrible como son las guerras y miremos con ojos analíticos a quiénes la generan, y en lugar de obedecer calladamente órdenes de fuentes con tan poca valentía interna, cuestionemos hasta qué punto vale la pena levantar esa escopeta, tirar esa bomba, destruir tanta historia, desaparecer tanta vida, generar tantos vacíos, correr tanta sangre inocente. La última palabra es la NUESTRA, todos podemos provocar un giro a tanto derrumbe a consciencia.Y recordemos que la paz afuera se consigue tras lograr la paz interna... no nos desviemos del camino lógico y correcto. A la larga todos nos beneficiaremos.Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |