Una de las mayores demostraciones de amor por nosotros mismos consiste en darnos cuenta de qué nos conviene, independientemente de lo que deseamos.
Con el tiempo, cada persona va mostrando cómo es. Cada quien muestra sus intenciones, y está en nosotros ver hasta qué punto cada persona nos aporta algo. Ponernos una venda en los ojos y no querer ver la realidad, es una forma de engañarnos y hacernos daño a nosotros mismos.
Lo mismo ocurre en situaciones en las que tenemos que poner unos límites y no lo hacemos, cualquier situación que no nos aporta nada y, aún sabiéndolo, no cerramos esa puerta.
Hay quien prefiere tener varias puertas abiertas por si acaso, pues sentir que tienen esa opción les da una cierta tranquilidad. Pero cuando algo no nos conviene, y sabemos que es así, dejar esa puerta abierta nos drena la energía. Es como una tubería con muchas ramificaciones: la presión y la fuerza son menores que si el agua fluyese por un solo cauce.
Por evitar sentir que podemos perder una oportunidad, acabamos restándole energía a lo que sí la merece, y dejamos un poco de nosotros allí… por si acaso.
La duda es uno de los principales obstáculos. La certeza favorece los resultados, mientras que la incertidumbre ante las diferentes opciones disminuye el potencial en todas ellas.
Aprendamos a cerrar puertas. No se trata de eliminarlas, sino de centrarnos en la mejor opción. Si el camino al que conducía esa puerta es mejor, el universo se encargará de volverla a poner en nuestro camino.
Mantengamos nuestro amor propio. Mientras nos amemos, sólo atraeremos lo mejor.
Fuente: Mujer Guru |