“El miedo es una sensación en tu cuerpo y en tu mente, una sensación que tú mismo te impides sentir desde el momento en que la calificas de "miedo". Para llegar a la sensación tienes que abandonar el concepto, la idea de miedo, y entonces, la percepción tendrá oportunidad de rebelarse a sí misma.”
Jean Klein
Agorafobia
Cuando la persona no logra salir de su casa, aquejada por un irracional miedo al exterior, su inconsciente identifica el hogar con el interior del vientre materno.
Los sentimientos de la madre encinta se transmiten al feto para quedar grabados en su memoria celular. Si ella teme parirlo por considerar el mundo exterior como peligroso, queriendo guardarlo para siempre en su vientre, el niño/a recibe la orden de no nacer (orden que permanece vigente toda su vida), y salir a un espacio extenso es nacer, desobedeciendo los deseos maternales. El castigo, más que ser destruido por el mundo exterior, será dejar de ser amado por la madre.
Acto de psicomagia para la persona con agorafobia
Solicitar la ayuda de cuatro parejas que lo vengan a buscar a su casa.
La persona se introducirá sin ropa dentro de un saco de dormir, provisto de un cuchillo muy afilado.
Sus ayudantes cerrarán firmemente el saco, y así, encerrado, lo llevarán hacia una plaza pública.
Al ser depositado en el suelo, la persona tendrá que abrir con su cuchillo una larga raja en el saco y, lentamente, comenzar a salir, imaginando que está naciendo.
Sus ocho colaboradores, mientras la persona surge, tomados de las manos, girarán a su alrededor cantando una canción de corro infantil.
Al emerger completamente, cada pareja derramará sobre “el recién nacido” un litro de agua bendita. Lo vestirán con ropa nueva, e incluyéndolo en el corro, lo harán girar con ellos ocho veces.
La persona se soltará y saldrá de ese círculo andando hacia atrás.
Luego, gritando su nuevo nombre, correrá dando una vuelta a la plaza.
Después irán todos a una cafetería a beber un refresco y a comer un dulce.
El saco de dormir y el cuchillo, envuelto como un regalo, más una caja de bombones, ha de ser enviado por la persona a su madre. Si ella está muerta, tiene que depositar el paquete junto a su tumba.
Esta es una carta de una consultante española:
«El domingo 6 de julio de 2006, a las 12.00, en la Plaza Mayor de Valladolid, seguí sus indicaciones al pie de la letra. Dentro del saco tuve pánico, ganas de llorar y de gritar. Cuando salí de él y derramaron el agua sobre mi cabeza, el espacio me dejó de aterrar. Corrí, salté, grité con los brazos abiertos por toda la plaza, sintiendo alegría... Durante la semana me he sentido «revuelta» y aún me queda un poco de miedo, pero ya he salido sola dos veces.»
Si la persona no tiene amistades ni tampoco los medios para reunir ocho personas, le aconsejo lo siguiente:
Durante el encierro en su casa, ha de orinar siempre no en el inodoro sino en un orinal infantil.
Cuando haya adquirido el hábito de usar este recipiente, cada vez que intente salir al exterior, tiene que llevarlo en una bolsa.
Al menor signo de angustia, entrará en el aseo de un café y orinará en su bacina, que después vaciará en el inodoro.
Este acto le convertirá el territorio exterior en territorio personal, cesando así su angustia.
|