Muchas personas que padecen enfermedades que han ido repitiéndose a lo largo de generaciones, las creen congénitas. Dicen por ejemplo:
«Nosotros, los Pérez, nacemos con el hígado débil». O bien: «En nuestra familia todos sufrimos enfermedades cardiacas». La abuela muere de cáncer de pecho, e igualmente la madre y la nieta. El padre eructa continuamente y tiene pólipos en la nariz, y el hijo presenta igualmente estas dos molestias. Si un bisabuelo regresó de las trincheras de la guerra de 1914 con los pulmones roídos por los gases, muchos de sus descendientes sufren enfermedades pulmonares.
Las familias constituidas como clanes, tienen vínculos e intereses comunes que deben proteger. Pertenecer a la tribu es tener la seguridad de ser amado y de que nada te va a faltar. Si uno de sus miembros comete una acción que socava esa unidad, será castigado con la expulsión.
En el inconsciente profundo se mantiene la creencia primitiva de que, en medio de la naturaleza agresiva, el excluido no puede subsistir. La exclusión se siente como una condena a muerte. El mayor castigo que puede dar la Iglesia es la excomunión. Este deseo inconsciente de no ser excluido de la comunidad, en familias donde la expresión amorosa no se manifiesta claramente, se expresa en «enfermedades comunes» que indican claramente la pertenencia al grupo. El cerebro, eludiendo el sufrimiento, entre dos males siempre elige el menor. Esto hace que el individuo pueda preferir padecer una enfermedad, a veces mortal pero que lo identifica como miembro de la familia, antes que vivir en el terror atávico de ser abandonado.
Así, aconsejo al/la consultante que:
Escoja un objeto cualquiera que represente su enfermedad (un libro pesado, un álbum fotográfico familiar, una piedra, un animal disecado, etc.), lo meta en una bolsa que, durante cuarenta días, llevará encima cada vez que salga de su casa. Al cabo de este tiempo, debe ir a la tumba de su antepasado más antiguo para depositar allí ese objeto, derramando sobre él un pequeño frasco de miel mientras pronuncia estas palabras:
«Querido antepasado, no necesito tu enfermedad para estar unido a la tribu». Luego, enviará por correo a cada miembro de su familia un frasco de miel semejante al que ha derramado sobre el objeto que representaba la enfermedad familiar.
Extracto del libro: Manual de Psicomagia |