¿Recuerdan aquel cuento sufí del elefante en la oscuridad? Resultaba que en aquel lugar nadie había visto en su vida ningún elefante. Encerrado en un lugar, en total oscuridad, un grupo de personas trataron de describir al animal. En función de la parte que tocaban, así eran las interpretaciones que lógicamente resultaron contradictorias. Nadie mentía, pero la “verdad” buscada no era ninguna de aquellas percepciones en particular sino la suma de todas ellas.
¿Para qué sirven las enseñanzas de este cuento?
Puede suceder que en la consulta médica de un especialista que sabe muchísimo de una parte sea ciego a la visión de conjunto y no pueda ver a la persona que tiene delante. Exactamente lo mismo que le sucede al (erudito, profesor, investigador, premio Nobel, etc.) que ha profundizado compulsivamente y hasta las últimas consecuencias sobre “su tema” pero su ignorancia sobre el resto puede, bajo determinadas circunstancias, incapacitarlo para usar su descubrimiento.
Recordemos aquel otro cuento en el que un discípulo del diablo que preocupado porque un humano había encontrado una parte de la verdad con la que poder desmontar sus manipulaciones corrió preocupado a contarlo a su jefe. El diablo respondió que no se preocupara ya que el humano deslumbrado por su descubrimiento olvidaría que aquello sólo era una parte de la verdad, no la verdad. Con aquella parte crearía una religión o una escuela… No había por tanto nada de qué preocuparse.
Fuente: Plano Sin Fin |