Muchas veces confundimos abundancia con prosperidad. La abundancia es sentirnos plenos, abundantes, ya sea de dinero, en familia, con amigos o abundancia en salud.
La prosperidad es "hacer crecer y aumentar lo que ya tenemos". Ser próspero es algo que para algunos es natural y para otras personas es algo inalcanzable, porque pueden tener mucho dinero pero, sin embargo, se les hace poco y no logran incrementarlo.
Si este es tu caso, la invitación es a la revisar tu relación con tu padre, y también la de tus padres con cada uno de sus "Padres".
En algunas situaciones, es la madre quien prohíbe el vínculo con el padre, y el niño, por lealtad con su madre, se aleja de su progenitor, lo que crea graves conflictos emocionales a futuro.
Desde llenar ese vacío en relaciones toxicas, en adicciones, codependecia emocional, conflictos de rebeldía con la autoridad, y es ahí donde los niños y jóvenes buscan al padre, cometiendo robos, o cualquier acción que los enfrente a encontrar una autoridad que los frene, que les muestre límites.
Las dos figuras más importantes de todo ser humano son sus padres. Si una persona se encuentra en desequilibrio con su padre, muchas áreas de su vida pueden estar descolocadas, y los resultados pueden ser desastrosos, afectando a su equilibrio personal, familiar o empresarial.
La figura del padre afecta el trabajo, la realización profesional, la salud mental, la relación con el mundo, la fuerza, y el compromiso y las relaciones sociales, entre otras.
La figura de nuestro padre es esencial para nuestro desarrollo como personas. De hecho, es quien inicia el movimiento de la vida en nuestra concepción, y propicia que uno de los espermatozoides llegue a fecundar el óvulo de la madre.
Este movimiento significa uno de nuestros mayores éxitos, ya que somos nosotros, entre otros millones de espermatozoides, quienes logramos llegar a la meta para que la vida, nuestra vida, se abra camino.
Al poner en marcha este movimiento de inicio, nuestro padre nos hace un gran regalo: nuestra existencia ha empezado con éxito, hemos tomado de él y permitimos que nuestra madre desarrolle, multiplique y alumbre nuestra vida.
En el proceso de gestación y nacimiento, la figura esencial es la de la madre, así como en los primeros años de vida.
Sin embargo, a partir del quinto año, la figura del padre vuelve a cobrar extraordinario protagonismo, ya que es quien ayuda a los hijos a abrirse al mundo exterior y a descubrir las distintas facetas de la sociedad en la que vive, y además, potencia su fuerza y compromiso y es el iniciador de las relaciones sociales, más allá de la familia.
Nuestro padre no es fruto de la casualidad. Su presencia en nuestra vida no se debe a la ley de probabilidades, sino a poner a prueba la capacidad de desarrollo de nuestras potencialidades.
¿Y si nuestro padre fue un canalla, un asesino, un violador, un torturador, un estafador o una mala persona? Todo lo dicho anteriormente, ¿es posible?
Sí, sin ninguna duda. Nosotros podemos caminar hacia el éxito, el amor, el dinero y la vida, haya sido nuestro padre como haya sido, y haya sido nuestra relación con él como haya sido.
Si no fuera así, volveríamos a las viejas ideas seculares de que los hijos deben pagar por los pecados de los padres. De nuevo, más inocentes al altar de la culpa y del castigo.
¿Y cómo podemos, haya sido como haya sido nuestro padre, tener la vida que realmente necesitamos y merecemos?
Todos hemos tenido el padre que necesitábamos para transformar los potenciales en hechos, las dudas en certezas, los objetivos en éxitos y las capacidades en metas conseguidas.
Bert Hellinger |