Admitir que no estamos solos en el mundo, entender que por algo estamos cerca unos de otros... hay presencias y si no las hubiera podemos generarlas.Hay seres humanos, no estamos solos. Aunque la sensación interna sea de soledad profunda, incluso la soledad que duele, está en uno el intentar salir de ella, romper los muros que nos separan y extender la mano pidiendo ayuda.En muchas historias la persona crece desde pequeña convencida que estará siempre sola, que resolverá todo sola, que no es bueno pedir ayuda, ni buscar compañías, ni puntos de desahogo o sostén. Descartan sin probarlo siquiera el contar con otros en sus vidas, integrarlos, involucrarlos en sus situaciones personales.Pero este padre le enseña a su hijo algo importante: no pienses que siempre podrás solo. Hay a tu lado alguien que te quiere y se preocupa por ti, que hará lo que sea por ayudarte, que quizás tenga más fuerza, o más experiencia, o más sabiduría sobre ciertos temas.¿Por qué nos resistimos tanto a pedir ayuda?Quizás sea algo que aprendemos desde pequeños, quizás esa fue la lección equivocada que recibimos, porque la realidad es otra. La realidad es que si buscamos ayuda descubriremos que siempre surgen esos complementos que nos faltaban para poder accionar algo que nos tenía atascados en nuestras vidas.Animémonos a romper esquemas viejos que nos condicionaban a sólo actuar a través de nuestras únicas fuerzas, capacidades, iniciativas. Atrevámonos a ir más allá de nuestro cuerpo, de nuestra fuerza, de nuestras ideas, de nuestra voluntad.Llegarán tiempos donde el nivel de nuestras capacidades puede rozar el número cero. Qué tremendo alivio significará en ese momento entender una obvia realidad que algunos niegan, están ciegos ante ella: Hay otros a nuestro lado, no somos el único humano en la tierra, hay personas que con gusto ayudan, aportan, sugieren, se remangan a tu lado, y sin dudarlo contribuyen para que resuelvas un problema, para que te sientas mejor, para que te animes a actuar cuando mil frenos te amenazan desafiantes.Quizás no te darán exactamente todo lo que necesitas, pero te brindan su aporte, y es como un regalo recibirlo.Ser seres integrados implica eso mismo, contar unos con otros, construir juntos, animarnos a volver confiar a pesar de las largas decepciones en nuestra historia. Y todo esto se aprende desde pequeños.Este padre le enseña una gran lección a su hijo, y todo niño que se está formando tiene que saberlo: no dudes jamás en pedir ayuda, en dejar que otro se acerque para contribuir en tu vida. Apenas percibas que lo que el otro trae es daño, protégete. Siempre tienes la capacidad selectiva de poder apartar a los que te dañen y acercarte en una íntima relación constructiva y comprometida con aquellos que saben estar contigo, respetándote, animándote, conociéndote y aprendiendo juntos.Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |