
Cuando Carl Jung dijo "Lo que no se hace consciente se convierte en destino", se refería a que si no nos damos cuenta de lo que realmente nos pasa por dentro –nuestros miedos, heridas, o cosas que nos duelen–, esas cosas ocultas terminan manejando nuestra vida sin que nos demos cuenta.
Piensa en las adicciones como el alcohol, las drogas o la comida:
Con el alcohol o las drogas: mucha gente empieza a consumir porque, sin saberlo, están intentando escapar de algo que les duele mucho por dentro: una tristeza grande, traumas viejos, o la sensación de no valer nada. Si esa persona nunca se para a pensar "¿por qué bebo tanto?", "¿qué estoy tratando de olvidar?", entonces ese problema oculto toma el control de su vida. La adicción se vuelve su camino, su destino, porque el dolor que no quisieron ver, los lleva a buscar una salida falsa.
Con la comida compulsiva: Aquí, la comida no es solo para el hambre. Es una forma de "taparse" cuando uno se siente solo, estresado, aburrido o triste. Si la persona no se da cuenta de que está comiendo para consolarse y no para nutrirse, esas emociones sin resolver manejan su forma de comer. Su vida termina girando en torno a la comida, los atracones y la culpa, porque no ha enfrentado lo que realmente siente.
En resumen, lo que Jung quería decir es que, si no ponemos atención a lo que nos pasa por dentro –a esas cosas que nos afectan y de las que no somos conscientes–, esas cosas se vuelven más fuertes que nosotros y dirigen nuestra vida sin que podamos hacer nada al respecto. Es como un piloto automático que nos lleva a un lugar que no queremos, solo porque no nos atrevimos a tomar el control. |