
Extracto del libro: “Cómo pagamos las faltas de nuestros antepasados” de Nina Canault:
El caso Myriam.
Es el invierno, poco antes de Navidad.
Miriam tiene trece años cuando se cae accidentalmente en una barra de hierro que baliza una carretera del Quebec. La nieve acumulada forma pequeñas colinas en los campos y Miriam, jugando, se lanza sobre una de ellas para deslizarse en ella.
Pero de repente, resbala y, saliendo de la extremidad de la pendiente, cae directo sobre una barra de señalización más abajo.
La barra está helada dentro del suelo, los enfermeros de la ambulancia deben primero sacarla del palo antes de llevarla al hospital.
Sobrevivió Miriam a este accidente.
En el plano físico, está curada, pero queda profundamente perturbada. Su madre, durante una de sus visitas, desvela a su hija, en presencia del médico lo que ella llama su "gran secreto": ella misma fue violada por dos hombres en la misma edad en que su hija cayó atravesada en un palo, lo cual nunca había dicho ella a nadie.
Y, la barra que había atravesado el duodeno de Miriam, de punta a punta, le rompió el himen y perforó el diafragma. Pasó entre el recto y la vagina sin dañar ni al uno ni al otro, rozó las vísceras de algunos milímetros y salvó la vejiga, el útero, el estómago y el hígado. Miriam salió de esto con mucha suerte y dejó el hospital diez días después del accidente.
Pero al haberse enterado de lo sucedido a su madre en la misma edad, Miriam descubrirá pronto, en una encuesta que realiza, esta vez, sobre su abuela materna, la extraña repetición genealógica a la cual la confronta su accidente. Dos generaciones antes, su abuela había ella también sido violada dos veces, a los once y trece años, y nunca lo había dicho.
Este caso, comunicado por el Dr. Ghislain Devroede, ilustra de modo elocuente la entrada del análisis Transgeneracional en clínica quirúrgica. Es la primera vez, en efecto, que un cirujano constata el alcance repetitivo y familiar de traumatismos corporales accidentales, que no deben nada, naturalmente, a la herencia genética.
Este tipo de repetición es lo que cierto número de clínicos convinieron llamar el síndrome de aniversario.
El síndrome de aniversario es la forma singular que puede tomar la repetición genealógica cuando está vinculada a cifras significativas tales como fechas destacadas en una familia, o las edades en los cuales fueron vividos acontecimientos traumatizantes.
El inconsciente tiene buena memoria.
En Francia en donde, no lo olvidemos, nació la teoría de lo Transgeneracional, psicoanalistas de maternidad realizaron investigaciones sobre las fechas de concepción, parto, y nacimiento de los bebés, y atestiguan, del mismo modo, desde 1978, de la realidad desconcertante del síndrome de aniversario.
En 1992, caí incidentalmente en un viejo número de Psicoanálisis en la universidad, que me alumbró en las relaciones que mantienen sexualidad y muerte en la procreación.
En un artículo firmado por el doctor Bydlowski, se podía uno informar de una serie de hechos clínicos revelando cómo las fechas de nacimiento de los hijos podían asociarse, en el inconsciente de las madres, con una muerte anterior ocurrida en su propia vida o en sus linajes. Me apresuré en ir a interrogar su autor.
Bydlowski me recibió en su oficina del hospital Tarnier. Encontré, cerca de esta mujer con palabras concisas, la materia de un primer artículo sobre el papel del inconsciente transgeneracional en la fecundidad.
Bydlowski es director de investigación en el Inserm y en el Laboratorio de psicopatología fundamental y psicoanálisis, en la universidad de Paris. Bydlowski, "los hijos del deseo, el deseo de hijo en su relación con el inconsciente", Psicoanálisis en la universidad, 1978, tomo V, nº 13. Es neuropsiquiatra, de orientación y práctica psicoanalíticas y conduce investigaciones sobre los temas de "la problemática inconsciente de la reproducción humana" y de la "psicopatología perinatal".
Los trabajos clínicos del Dr. Bydlowski se basan en parte sobre la teoría de la cripta y del fantasma de Nicolás Abraham y María Torok. Muestran que a veces existe una relación directa entre el deseo de un hijo y un luto no hecho. Al nivel de la concepción del hijo, todo sucede como si el inconsciente tuviera "buena memoria", memorizando las fechas como tantos "significantes", es decir recuerdos de muertos cuya importancia psíquica fue descuidada o de sucesos (pérdida de un órgano, aborto prematuro, por ejemplo) que, por el juego de las coincidencias y ciclos de estaciones, mandan, otra vez, a otros acontecimientos - familiares éstos - que han sido en el pasado borrados.
Recordemos que María Torok puso en evidencia un hecho clínico del cual decía que existía casi universalmente: la fiesta maníaca (Fiestamanía).
Como lo vimos, ésta se activa con ocasión de la muerte de un ser querido provocando una llama de sexualidad que, asociada a la vergüenza y la culpabilidad, dará más tarde lo que ambos buscadores nombraron una cripta o también una enfermedad de luto. Bydlowski muestra que la fiesta maníaca puede también expresarse en la concepción de un hijo:
"Es una puesta en obra, escribe, o mejor dicho una puesta en hijo. Literalmente, ya no hay cadáver, hay un hijo que viene a sustituir y hacer barrera al luto como proceso elaborativo eventual. Hay negación del luto.
El cadáver se hunde dentro del hijo." Pero es entonces cuando "este hijo salió mal: interrupción de embarazo, prematuridad grave, incluso psicosis precoz".
Ampliando este análisis, Bydlowski demuestra que si el luto de un ser querido no pudo hacerse, la fecha aniversario de su fallecimiento puede, por sí sola, revelarlo, porque esta fecha se halla entonces en la de la concepción, del nacimiento o del término previsible del embarazo. Estas tres fechas pueden pues tener por origen una enfermedad de luto, y la validez de esta hipótesis fue comprobada por el Dr. Bydlowski cerca de gran número de mujeres embarazadas.
Pero, de hecho, me confió, Bydlowski, "los hijos del deseo, el deseo de hijo en su relación con el inconsciente", en un nivel fantasmático, "muchas mujeres consideran el nacimiento de un hijo como la repetición, el renacimiento de alguien desaparecido y que se añora". Y aún tengo en memoria la emoción suscitada por este "artículo" entre las mujeres de la redacción de las páginas Ciencias del periódico: debíamos, nosotras también, ser consecuentes? ¿Tomar bastante seriamente las investigaciones de Bydlowski, mirando de cerca las fechas de nacimiento de nuestros propios hijos?
Comentario
Además de tantos datos precisos comprobados por médicos y estudiosos del tema, venimos hasta el día presente descubriendo que, tanto nuestra fecha de nacimiento (cumpleaños) como nuestra fecha de concepción y fallecimiento, siempre guardan relación con hechos y miembros familiares que, de una u otra forma, nos “heredan” enfermedades, circunstancias precisas, vidas amorosas y reproductivas que, mientras no llamen nuestra atención y nos empujen a tomar consciencia, seguirán pareciendo ante nuestros ojos como destino o suerte.
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