Comprender el carácter extraordinariamente específico de los Triunfos es de suma importancia.
Decir que el triunfo numerado III, llamado La Emperatriz, representa a Venus, significa mucho menos y al mismo tiempo mucho más que si se estudia a Venus desde un punto de vista estrictamente astrológico.
Abandonamos la contemplación de la totalidad para sacar ventajas prácticas al considerar sólo a la parte. Esto ocurre de la misma manera en que se difiere la táctica de le estrategia. Un gran general no piensa en la guerra en abstracto, sino que limita su atención a una parte mínima de sus quizá grandes conocimientos del tema al considerar la disposición de sus fuerzas en un lugar y momento dados, y cómo emplearlas de la manera más adecuada contra su enemigo. Naturalmente que esto no sólo se aplica a los Triunfos, sino a todas las demás cartas; y tiene que aplicarse también a cualquier estudio especializado. Si entramos en una tienda y pedimos un mapa de un país determinado, no nos darán un mapa completo, pues un mapa así tendría que fundirse necesariamente con el Universo en tanto que tendría por objeto la totalidad, pues el carácter del país está modificado por los países vecinos, y así sucesivamente. Ni siquiera un mapa útil sería completo en el sentido más vulgarmente práctico sin que no nos llevara a una confusión. El vendedor querría saber si su cliente desea un mapa geológico, un mapa orográfico, un mapa comercial, un mapa que mostrara la distribución de la población, o un mapa estratégico; y así sucesivamente.
El estudiante del Tarot no debe esperar pues encontrar algo más que una cuidadosa selección de datos acerca de una carta determinada, una selección hecha para un propósito mágico y muy concreto.
Sin embargo, el Tarot sí que pretende resumir, en un solo símbolo pictórico, tantos aspectos útiles de la idea como sean posibles. En el estudio de cada carta, no deberíamos pasar por alto ninguna atribución, pues cada clase de atribución modifica la forma y el color de la carta, y también su utilidad.
Extraído de “El Libro de Thoth” de Aleister Crowley
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