A veces es hasta una ironía ver que hay personas que ponen tanto esmero en limpiar su casa de fuera... y eso es porque no encuentran la forma de limpiar su casa de adentro. Ponen el esfuerzo fuera porque ya no saben cómo encargarse de tanto caos interno.

Otras personas directamente reflejan en su entorno exterior el desorden interior.

Cuando veamos un espacio físico recargado de desorden, polvo, confusión, no critiquemos tan rápido. Quizás sólo se trata de una forma que tiene la persona de pedirnos auxilio.

Es importante trabajar con el espacio físico, el entorno en el que estamos innmersos, lo que permitimos o hasta buscamos que nos rodee. Lo que necesitamos. Lo que no podemos soltar. Lo que no nos atrevemos a tocar. Lo que no nos animamos a tirar, a dejar ir... A veces ese mismo caos es lo que nos contiene.

En ocasiones, la mejor forma de ir sanando es atendiendo lo de fuera para después llegar a lo de adentro (en ocasiones es a la inversa, atendiendo lo de dentro vamos reacomodando lo de fuera)

Pero no hay duda que hay una relación intrínseca entre nosotros y el ambiente en el que nos movemos a diario. En el que convivimos con otros o a solas. Ese espacio nos delata, habla de nosotros, de nuestros puntos débiles, de nuestros miedos, de nuestras fuerzas, de incluso nuestro deseo de vivir.

El Dalai Lama (y muchos autores más) fue muy acertado en comparar esos espacios, externos e internos, y relacionarlos. Y más acertado aún estuvo al decirnos una gran verdad: El caos te quita energía.

No acumulemos aquello que nos va desangrando por dentro en lugar de llenarnos de vitalidad. Abramos las puertas y ventanas de nuestros mundos, internos y externos, y tiremos para afuera lo que ya no necesitamos para vivir. Entendamos que sólo están allí ocupando un espacio que podría estar limpio y oxigenado, esperando nuevos elementos para ir ocupándolos. Renovemos, apartemos, reorganicemos, tiremos, limpiemos... aveces lo que más necesitamos son transformaciones y cambios para volver a la vida.

No acumulemos más cosas innecesarias. No nos prendamos más a lo que ya no es. Aunque duela, asumamos los cambios. Generemos la magia de un espacio nuevo, amplio, despejado de viejas cargas negativas, libre de sombras antiguas. Llenémoslo de luz, de ganas, de ideas, de contactos que apunten a nuestro crecimiento y a nuestras sonrisas. Recuerda siempre que te mereces reconstruirte para seguir en tus intentos de vivir de la mejor manera posible. Tú decides, no los demás. Es tu vida, son tus espacios. Allí convivirás contigo mismo. Serán tus sombras del presente y del pasado.

Si te cuidas será más sencillo vivir. Atiende tus espacios.

Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com