El concepto tan gastado pero muchas veces comprobado. Para todos aquellos que se preguntan: ¿por qué a mí? quizás la respuesta sea: porque detrás de la caída hay escondida una oportunidad (de lo que sea, de crecimiento, de aprendizaje, de acercamiento a alguien, de conocer algo nuevo, de reorientar toda tu vida, de un nuevo destino, etc.) Ya muchos lo han dicho: si no hubiera pasado por esta oscuridad jamás hubiera conocido ésto, ni alcanzado aquéllo, ni hubiera pisado éste lugar, ni se me hubiera ocurrido que tengo esta vocación, esta pasión...

Hay mucho de nosotros oculto ante nuestros propios ojos. Muchos creemos conocernos lo suficiente, pero a veces resulta que la mejor maestra para enseñarnos nuestros lados solapados, nuestros potenciales callados, postergados, es la misma dificultad. Por eso no temamos tanto al vivirla. Por el contrario, entendamos el desafío, confiemos en él, asimilemos lo que está pasando dentro nuestro cuando nos toca recorrerla, es lógico que nos enojemos, que no aceptemos, incluso que nos pongamos furiosos, cuestionadores, desafiantes, y nos preguntemos: ¿por qué a mí? Pero tarde o temprano volvemos a caer en el mismo descubrimiento: ¡Ah, era para aprender ésto! Realmente si no lo hubiera vivido jamás lo hubiera visto.

Muchos que tienen frecuentes caídas, con mucho dolor e intensidad, pueden debatir el concepto, con sólidos argumentos. ¿Podría ser que tan sólo no se te ha ocurrido que la piedra siempre aparece en tu camino porque no le estás dando la atención necesaria? Quizás esa señal repetitiva en tu vida sólo te está alertando sobre una postura demasiado cerrada dentro de ti, a no ver, a no aprender, a no avanzar, a no animarte a dar pasos nuevos, en sitios nuevos, entre personas nuevas... Las puertas que las dificultades han abierto para muchos eran inimaginables, son muchos los que pueden afirmar: jamás hubiera pensado que sólo pasando por eso llegaría a ésto, pero así fue.

El psiquismo se cansa, se desgasta, se deteriora si siempre nos damos contra la misma pared. Si sientes que la dificultad se repite como un eco significativo en tu vida toca sentarnos a charlar con ella y preguntarle: ¿qué es lo que no veo? Busca espacios para lograr algo así y te sorprenderás de los resultados de un diálogo con ese aspecto tuyo.

Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena – www.suconsulta.com