
Para nacer necesitamos:
2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 trastatarabuelos, 64 pentabuelos, 128 hexabuelos, 256 heptabuelos, 512 octabuelos, 1.024 eneabuelos, 2.048 decabuelos.
Cada uno de nosotros es el resultado de miles de historias, luchas y logros de nuestros ancestros.
Solo en las últimas 11 generaciones, hemos tenido 4.094 ancestros directos. ¡Todo esto en aproximadamente 300 años antes de que naciéramos tú o yo!
Detente un momento y piensa: ¿De dónde salieron? ¿Cuántas batallas enfrentaron? ¿Cuántas veces tuvieron que luchar por su supervivencia? ¿Por cuánta hambre pasaron? ¿Cuántas guerras vivieron? ¿Cuántas vicisitudes sobrevivieron?
Por otro lado, ¿cuánto amor, fuerza, alegrías y estímulos nos legaron? ¿cuánto de su fuerza para sobrevivir? Todo ese amor, fuerza y resiliencia nos han sido transmitidos como una poderosa herencia.
Piensa en todo lo que cada uno de ellos tuvieron y dejaron dentro de nosotros, todo para que hoy estemos vivos. Solo existimos gracias a todo lo que cada uno de ellos pasó. ¡Esa es la importancia de un ancestro!
En el ámbito de la sistémica familiar, las experiencias de nuestros antepasados no solo nos afectan a nivel individual, sino que también moldean las dinámicas familiares y los patrones de comportamiento que se repiten generación tras generación.
Nuestra existencia y nuestras fortalezas actuales están profundamente conectadas con lo que cada uno de ellos vivió y superó. Este conocimiento nos da la oportunidad de honrar su legado, reconocer las dificultades que enfrentaron y utilizar su fuerza para prosperar en nuestras vidas.
¡Todos somos uno! ¡Gratitud al pasado! ¡Despierta tu consciencia!
¿Te habías parado a pensar en todo esto? ¡Te leo en comentarios! |