Muchos pueden darnos una guía sobre qué es lo mejor para nosotros, pueden darnos pautas que aprendieron como las más adecuadas para vivir, para enfrentar problemas, para avanzar en el camino. Los demás pueden ser luz en momentos de oscuridad. Pero el camino es nuestro. Las lecciones que tenemos que aprender son nuestras. Las formas de asimilarlas las imponemos nosotros también, algunos son tercos y se niegan a ver lo obvio, otros se toman su tiempo, pero finalmente aprenden las lecciones de la vida, otros tienen una gran capacidad para ir transitando sus días con una apertura sana y sincera de QUERER APRENDER de todo lo que se le cruce... y esa postura le facilita el camino. Porque no estamos en la vida para escuchar sólo lo que otros tienen para decirnos, sino lo que nuestro interior está necesitando expresar , hay un maestro adentro que nos quiere enseñar, y a veces, jugamos a los distraídos con él.Un buen maestro te muestra el terreno para sembrar, te señala dónde están las semillas, y te da alguna pauta sobre cómo cuidar mejor la tierra y la cosecha... pero la tarea la hace uno mismo... el que recorre la vida dentro de tu cuerpo viviendo tus emociones eres tú. Si el otro está a tu lado encendiendo velas en momentos oscuros, compartiendo sonrisas, aportando ideas desde lo aprendido en su historia, proyectándote gestos de amor, motivándote... ¡genial! para eso estamos unos con otros, para aportar, no para hundirnos. Cuando los vínculos en lugar de ser constructivos son destructivos, ya sabemos que urge prender luces de alerta y remangarnos para atender el problema (todos los involucrados, no sólo nosotros).Pero siempre tengamos en cuenta eso, incluso a la hora de querer ayudar a otros: no sirvas en bandeja a alguien algo que se puede servir él mismo. A su manera, con sus tiempos y su estilo peculiar, pero esa es su esencia, y ese será nuestro modo de respetar la individualidad del otro. Podemos estar a su lado si nos necesita, pero no tenemos que tomar su camino y recorrerlo en su lugar. Si quieres realmente ayudar a alguien, ponte a su lado, llévalo a los puntos o sitios donde sientas que le servirán para aprender, genérale espacios para que piense, hazle preguntas para que al responderlas se reencuentre consigo mismo, fortalece y respeta sus modos de ser sanos y plenos, genérale espacios para ser él mismo, que se vea en sus fallos, errores y encantos, se valore y se critique, acomode fichas en su interior, se encare consigo mismo, escuche lo que le dice y pide su voz interna (tan poco escuchada por muchos), y por fin saber qué sacar, qué alimentar, qué poner en otro lugar, qué cuidar, porque eso será ser él mismo y vivir su vida, aprender sus lecciones y escuchar al maestro más importante que tendrá en su vida: ÉL MISMO.Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |