Alejandro Jodorowsky: Tanto el nombre como los apellidos encierran programas mentales que son como semillas, de ellos pueden surgir árboles frutales o plantas venenosas. En el árbol genealógico los nombres repetidos son vehículos de dramas.
Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el nombre del desaparecido. Eso nos condena a ser el otro, nunca nosotros mismos. Cuando una hija lleva el nombre de una antigua novia de su padre, se ve condenada a ser “la novia de papá” durante toda su vida. Un tío o una tía que se suicidaron convierten su nombre, durante varias generaciones, en vehículo de depresiones.
A veces es necesario, para detener esas repeticiones que crean destinos adversos, cambiarse el nombre. El nuevo nombre puede ofrecernos una nueva vida. En forma intuitiva así lo comprendieron la mayoría de los poetas chilenos, todos ellos llegados a la fama con seudónimos.
¿Hay ejemplos que nos permitan comprender la importancia del nombre?
Nuestro nombre nos tiene atrapados…
- Barrick Gold (oro en inglés es gold) se convirtió en el mayor productor de oro del mundo.
- Brontis “voz de trueno” se dedica al mundo del teatro con una potente voz.
- María, Inmaculada, Consuelo, se asocian a la pureza, la virginidad, nombres que exigen perfección absoluta, que nos limitan.
- Miguel Ángel, Rafael, Gabriel, los nombres de ángeles dan problemas con la encarnación.
- César, poderoso y asociado a la ambición.
¿Por qué no cambiarnos de nombre cuando este va cargado por un lastre que nos inmoviliza?
Nos aterra cambiarnos de nombre ya que tememos que dejaremos de ser reconocidos por nuestro clan. Tememos no ser reconocidos, ni identificados, no ser amados es el mayor temor que tenemos. Somos seres gregarios y pensamos que podemos morir si nuestro “clan” nos abandona, lo que es una herencia de nuestro cerebro arcaico.
¿Cómo podemos cambiarnos el nombre?
Cristóbal Jodorowsky dice que cambiar nuestro nombre interno nos permite continuar creciendo. Imaginemos que quiero recuperar ese nombre que me dieron, pero que está lastrado por innumerables proyecciones familiares. Un acto psicomágico para tal fin es el siguiente:
- Moldeas con arcilla las letras de tu nombre, una a una.
- Las cueces una vez secadas para convertirlas en algo cerámico.
- Pintas cada una de esas letras de forma que su mitad izquierda sea plateada y su derecha dorada.
- Ese nombre que has creado, lo introduces en el interior de una gran bola de arcilla (como una pelota). Sobre esa inmensa pelota de arcilla pegas las fotografías de todos los ancestros de tu familia: padres, abuelos, bisabuelos…
- Dejas que seque lentamente (durante nueve meses).
- Transcurrido ese tiempo, con un martillo dorado, rompes el “huevo” (la pelota de arcilla que contiene en su interior las letras de tu nombre).
- Lavas con agua bendita las letras de tu nombre. Las perfumas bien.
- Entierras todo el material del huevo que has roto a martillazos y plantas una bella flor.
- Para finalizar, ese nombre tienes que dejarlo en tu altar particular. Ese que ya has creado en algún lugar de tu casa.
Nos habrá costado, es un largo proceso, pero de esa forma recuperamos el nombre.
Fuente: Plano Sin Fin |