Querer, queremos muchas cosas, todos. Aún el ser más deprimido, sin lazos con la vida, en el fondo tiene sueños casi enterrados, pero apenas sacan de encima los muros de represión, los rescatan y vuelven a querer cosas, situaciones, personas en sus vidas... el tema es motivarlos a que las busquen.

El tema de hoy es distinguir entre lo que QUEREMOS y lo que SOMOS.

Esa esencia también se entierra cuando escondemos nuestros sueños, cuando los demoramos, o hasta casi olvidamos.

Uno de los mecanismos más difíciles de trabajar es el de la represión, y también el de la negación. Cuando reprimimos y negamos nuestras esencias, nos perdemos de nosotros mismos.

Llega un momento donde la persona se detiene a pensar y se confiesa: ¿quién era yo? ¿qué siento? ¿qué pienso? ¿qué deseo? ¿cuál es realmente mi manera de ser? no la que otros me impusieron, ¡la mía! qué fácil era antes para mi saber de mi mismo, qué perdido estoy de mi mismo, en algún momento me separé de lo que era... mis prioridades, mis maneras, mis ritmos, mis formas de pensar, de expresarme, de sentir, ¡de ser!

Aparta lo que querías por un rato, y sólo concéntrate en ti, luego viene el resto, porque los sueños siempre llegan y golpean la puerta, pero el paso previo es saber quiénes somos, y dejar fluir nuestra esencia.

No puedo saber lo que quiero si no sé lo que siento, si no me entero quién y cómo soy.

Hay personas que se sonríen cuando insistes en la palabra FLUIR... Fluir, ser tú mismo, sin tantos temores, reencontrarte con tus partes perdidas, rescatarte de las sombras y dejarte ser, contactar con ese universo escondido que la vida misma se encargó que olvidáramos, y que se trata nada más y nada menos que de SER TÚ MISMO, con lo bueno y lo malo, con nuestros modos contradictorios o confundidos, con nuestras sonrisas y lágrimas, con los defectos y virtudes, con lo oscuro y lo iluminado. Todos en esencia tenemos un poco de los opuestos dentro nuestro, todos podemos pedir ayuda y ayudar. Lo relativo del ser humano lo traemos en nuestro psiquismo, concentrado... pero, ¿qué pasa si no lo manifestamos? ¿qué nos pasa por dentro si vamos tapando y tapando en distintas instancias nuestras formas reales de ser, pensar y sentir? Uno de los primeros pasos hacia una futura enfermedad emocional y física es ese mismo: perderte de ti mismo, guardar en niveles inconscientes contenidos tuyos que le daban sentido a tu vida, a tus días.

Por eso mismo una de las principales tareas es aprender a rescatarnos, a reencontrarnos, echarle lazos a la vida de nuevo; cuando ya estábamos convencidos de no tener más lazos que nos ataran al mundo.

FLUIR es el mejor canal de libre expresión que nos permitirá por fin salvar esa parte nuestra que casi enterramos viva.

FLUIR es conocernos en esencia y sin adornos.

FLUIR es mostrarnos ante otros, más allá de lo que ellos opinen; aprobarnos nosotros mismos, rezongarnos nosotros mismos, rectificarnos nosotros mismos, motivarnos nosotros mismos... si fluímos y nos enteramos quiénes somos.

FLUIR es, con el tiempo, sinónimo de alivios, porque lo que está insano se puede ver más claro y curar; y lo bueno que casi olvidamos que tenemos, lo podemos alimentar.

FLUIR puede dar miedo, porque no sabemos a lo que nos enfrentaremos de nosotros mismos, y surgirán muchos fantasmas; pero es la mejor forma, hablar y entender todo de un modo distinto, cambiarlo, y por fin mejorarlo.

Fluir es por fin ser nosotros mismos, es la libertad de nuestra esencia, es permitir que emane de nosotros lo que somos sin tantos tapujos y condiciones ajenas.

FLUIR nos permite hacernos cargo de nosotros mismos, atendernos, sanarnos, realizarnos, proyectarnos, escuchar esa voz que a veces enterramos tanto.

Y en todos los casos FLUIR es volver a la vida para por fin y en serio, VIVIRLA.

Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena