¿Por qué le damos tanto protagonismo al miedo? La respuesta es obvia: el miedo nos determina demasiado en nuestra vida. La condiciona.
El miedo es una mezcla de sentimientos, sensaciones, emociones... que una vez que entra al psiquismo es difícil borrar su rastro. Si fue un miedo fuerte deja registros casi imborrables en la memoria. La persona intenta por todos los medios olvidarlo, desplazarlo, no pensarlo, esquivarlo… juega a distraerse de él. Pero el miedo siempre gana reapareciendo en su vida, restringiéndola, generando límites, frenándola. El miedo paraliza en lo físico y en lo emocional. El miedo está detrás de muchos conflictos humanos, generando tensiones, incomprensiones, discusiones, enfermedades y soledades.
Cuando el miedo llega del modo que sea y se instala en nuestro interior, todo nuestro entorno se altera. Por más que una parte nuestra intente disimularlo, adornarlo, aparentar que no está, el miedo se siente y los demás lo perciben. Y lo que sentimos es difícil de ocultar, de solapar. Aunque muchos se vuelven expertos en las apariencias, y dan una imagen al mundo irreal de sí mismos, y lo primero que aprenden a revestir son sus miedos. Igual cuando el miedo llega a la sangre y clava bandera en las entrañas, ya no hay forma de camuflarlo, llegó y nos determinó el destino.
¿Qué hacer para que el miedo no nos gane, no destruya nuestra vida? Enfrentarlo es la mejor respuesta.
La forma más efectiva es aprender sus causas, ir a las raíces, revivir hechos, contarlos, ponerlos afuera, analizarlos, trabajar en ti, desarrollar nuevos mecanismos de conexión con lo que pasó que nos causó tanto miedo. Entender lo sucedido de una forma diferente, digerir lo que quedó trancado en nuestro interior, volver a respirar. Ya no estamos más con las emociones atascadas, las expresamos, las apartamos del miedo, ya no le daremos tanto protagonismo en nuestros sentimientos. Crecerán emociones nuevas, más poderosas y constructivas, que nos permiten liberarnos del miedo que nos obturó el camino, que nos impidió logros, que nos calló, que nos paralizó. Ya no será necesario aparentar control, serenidad, seguridad, o una personalidad fuerte, que impacta por la supuesta fortaleza interior que se supone que refleja.
Superar el miedo es la mejor forma de volver a la vida. Si no puedes solo, busca ayuda sin dudarlo, tan solo necesitas un espacio donde hablar de tus miedos, donde ponerlos sobre la mesa, donde negociar una nueva relación con ellos, donde liberarte, donde volver a vivir, ya más liviano... ¡y sin miedos!
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena |