“El exceso es lo mismo que la insuficiencia”

Miyamoto Musashi

Hay ideas que parecen sencillas hasta que uno las observa con atención. Esta es una de ellas. Musashi no se refería solo al peso de una espada o al número de golpes en un combate. Se refería a todo. Porque en la práctica real, tanto el exceso como la carencia generan el mismo resultado: desequilibrio.

Demasiada fuerza rompe lo que se quería proteger. Demasiada suavidad permite que te arrasen. Demasiado estudio paraliza la acción, y demasiada acción sin reflexión lleva al desastre. ¿Entrenar sin descanso? Lesión. ¿No entrenar nunca? Mediocridad. ¿Buscar la perfección en cada técnica? Rigidez. ¿No cuidarlas? Desorden.

En el centro de todo verdadero aprendizaje está la búsqueda del punto justo. Ese punto no es un lugar cómodo, sino uno dinámico, al que se accede observando con precisión cuándo algo empieza a sobrar o a faltar. Es una práctica incómoda, porque implica medir constantemente lo que uno hace y ajustarlo. No hay gloria en el exceso, ni humildad en la falta. Ambos son formas de ignorancia.

A veces, por querer mejorar, sumamos más y más: más ideas, más técnicas, más exigencia. Pero el camino del guerrero no es acumular. Es afinar. Es saber cuándo algo es suficiente. Y cuándo, por mucho que parezca “bueno”, empieza a desbalancear.

“El exceso es lo mismo que la insuficiencia” no es una frase bonita para anotar en un cuaderno. Es una advertencia. A veces, lo que te impide avanzar no es que te falte algo… sino que estás excediéndote.

Y como todo en el combate, si no te das cuenta a tiempo, el golpe viene de frente.

Gabriel Benitez (Aikido San Luis)