Cuando el amor daña, cuesta volver a confiar, y cuesta creer que si nos entregamos a él de nuevo, nos volverá a contener y dar toda la magia que algún día nos regaló. Y no nos referimos sólo al amor de pareja, esta reflexión se extiende al amor entre hermanos, hijos, amigos, etc. el amor en todas sus variadas formas.No lo dudes: existe ese abrazo que pueda recoger tus partes dañadas, el problema es cuando la persona está a la defensiva, poniendo distancia y escudos para protegerse.El tiempo suele jugar su carta, y ayuda a que las viejas heridas cicatricen y la persona se vuelva a sentir dueña de su vida, de sus afectos y más en confianza consigo misma. Pero el problema es a la hora de volver a confiar en otros, de animarse a amar. Cuando las decepciones fueron muchas y los daños casi irreparables. En casos así cuesta más volver a ese terreno que suele ser el mejor remedio: EL AMOR, el animarse a volver a amar, a confiar, a entregar lo más valioso que tenemos, nuestros sentimientos.El sentirse expuesto es una regla básica del amor. La persona que ama se desnuda, se expone, se arriesga, se pone en evidencia, abre las puertas a todos sus contenidos más ocultos y los muestra, los manifiesta. El animarse a amar en forma plena, intensa, completa, es de valientes.Muchos han desarrollado a lo largo de su vida fuertes formas de defenderse del amor, y lo condicionan, ya no fluyen confiados y naturales, la vida les ha enseñado con duras lecciones a usar escudos para protegerse y no dar tanto de si a los demás.Pero aún así, se ha comprobado en la vida de muchos, que si la persona se abre, se arriesga, suele llegar ese abrazo que recoja sus partes lastimadas, las una y la reconstruya como ser vivo, lleno de sentimientos para compartir, para gozar y volver a animarse a sentir.Al juntarse tus partes caídas te resignificas, toda tu historia toma sentido, aún lo que sufriste pasa a ser una oportunidad más para crecer y saber de ti (y de otros) aspectos que desconocías. Y se aprende, se avanza y se sigue.Y surgen posibles abrazos, sólo si tú te animas a corresponderlos, si te abres a ellos, si te arriesgas. Si te mantienes aislado y encerrado es casi imposible que vengan a ti a rescatarte. El primer paso tiene que salir de ti. La opción está ahí. Hay que salir a facilitar encuentros y situaciones que te permitan y te animen a volver a confiar, a sentir, a AMAR.Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |