Dejar de ser una víctima: Respuesta psicomágica de Alejandro Jodorowsky
Ariana:
Para que yo naciera, mi padre tuvo que convencer a mi madre de tener otro hijo, porque buscaban al varón que nunca llego. Desde pequeña suelo tener enfermedades relacionadas con el ser mujer. Tengo demasiada testosterona, poco estrógeno, por lo tanto soy velluda con mucha irregularidad menstrual. Médicos me han hecho saber que posiblemente no pueda tener hijos. Solo tengo hermanas y estudie en un colegio de monjas con puras niñas. Con una madre dominante, castradora y un padre pasivo, casi ausente fui aprendiendo un modelo de pareja bastante particular, donde el “deber ser” era el denominador común. Ahora tengo 31 años, mi madre acaba de morir hace tres meses de un cáncer de mama con metástasis en hígado y mi padre acaba de ser diagnosticado con un cáncer de próstata, aunque este en etapa inicial. Desde la muerte de mi madre no he tenido mi periodo. Mi incapacidad emocional con estos acontecimientos crece. Me es muy difícil tener relaciones con las personas, mucho más con una pareja, estar contenta con quien soy. No puedo tener orgasmos. Siento como si me hubiera caído una explosión emocional que casi no puedo soportar. Me tiembla un poco el pulso, veo manchas, me preocupa enfermarme. No quiero seguir siendo mi peor enemiga. Me siento perdida, tantas cosas que trabajar que no se por donde comenzar. Siento que tengo que exorcizarme, pero al mismo tiempo estoy paralizada, en las emociones, en el sabotaje.
No quiero terminar yo también con cáncer.
RESPUESTA DE ALEJANDRO JODOROWSKY:
Querida Ariana:
Me va a ser difícil sacarte de ese papel de víctima al que te aferras. Pero tengo fe en ti, confío en que podrás liberarte.
Tengo que llamarte la atención primero que nada a tu nombre. En la mitología griega es Ariana. El rey Dédalo había aprisionado a su hijo monstruo, horrendo antropófago, en el centro de un complicado laberinto. Teseo decidió matarlo, con riesgo de perderse. Ariana, apenas vio al luminoso héroe, se enamoró de él y resolvió salvarlo. Para que pudiera luego salir del laberinto, le dio un hilo conductor, símbolo de la constancia y la organización en el trabajo evolutivo, la inteligencia y la discreción en el combate contra el desorden, todas cualidades morales que no necesitan ninguna preciosidad. Sin embargo, en su alma, Ariana era tan bella que el dios Dionisos se esforzó por ganar su corazón y la hizo su esposa. Te transmito esto porque creo que correspondes perfectamente a la descripción de la Ariana mítica. Ayer escribí: “Lo que te falta búscalo en lo que tienes”. ¿Comprendes?
Tu madre, cansada de parir mujeres, ya no quería estar encinta. Eso revela el desprecio que en tu familia se tiene a las mujeres. Tu padre la convence de que va parir a un hombre, símbolo del niño Cristo perfecto. Él, de carácter pasivo, necesita a este hijo para probarse a sí mismo que tiene una mítica virilidad. (Creo, aunque no lo dices, que tu padre tuvo un padre ausente). Tú te encarnas en ese vientre, que te forma tratando de darte las características de un macho. Durante 9 meses luchas contra aquello. Recibes demasiada testosterona, te escatiman el estrógeno, te adjudican excesivo vello. Desde el comienzo de tu vida te sientes culpable de decepcionarlos, de no ser lo que ellos quieren, de ser tú misma.
Tu inconsciente culpabiliza tus reglas y disminuye tu capacidad de engendrar, porque eso prueba tu traición al núcleo homosexual de tu padre. Tu madre, dominante y castradora, es un ejemplo típico de la mujer que sufre por no haber sido hombre. Tu madre muere de cáncer en el seno, evidenciando así su repudio a la feminidad. Tu padre, que siempre vivió como un castrado, manifiesta esto con un cáncer en la próstata. Ellos dos se obligaron a fundar una familia y vivir una vida frustrada en la que substituyeron el placer de ser lo que eran por el deber de ser lo que no eran.
Si no tienes reglas ni orgasmo, es porque obedeces a la visión familiar de que eres un hombre fallido. En fin, te inculcaron que, por ser mujer, no tienes derecho a la vida… Tienes 31 años, todos de sufrimiento y no aceptación de ti misma. Podrás, si verdaderamente quieres realizar tu vida, realizarte. Pero tendrás que hacer un esfuerzo enorme. Sé que lo harás, porque contra todos los ataques, te aferraste al vientre de tu madre e impidiéndole que te abortara, naciste, demostrando que tenías una fuerza vital inmensa.
Tendrás que, durante un año, vestirte de hombre, dejando crecer tus vellos y maquillándolos para que todos los vean bien. Estudiarás un arte marcial, de preferencia karate-do, te inscribirás en un club de tiro y aprenderás a disparar. Te inscribirás en un partido político afín a tus ideas. Y por último, comenzarás a estudiar una carrera o un oficio de tu entero gusto. (No me sorprendería que eligieras el teatro como actriz, escritora o directora). ¡Pero atención! Vivirás como hombre seis días a la semana… Un día a la semana, con la mayor discreción y en secreto, sin que te vea ningún conocido, te vestirás de mujer sexy, rellenos, peluca, etc., estudiarás canto y danza del vientre. Esa será, durante ese año, tu feminidad secreta. Si eres capaz de realizar este largo acto de psicomagia, al cabo del año, habrás aceptado ser mujer, encontrado una pareja (puede ser otra mujer) y por sobre todo, reconocido tus valores interiores.
Fuente: Plano Sin Fin
Fotografía: Kavan Cardoza |