Déjalo hablar, porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
Déjalo vencer en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
Déjalo ir a visitar a sus viejos amigos, porque entre ellos se siente revivir.
Déjalo contar sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
Déjalo vivir entre las cosas que ha amado, pues sufre sintiendo que le arrancamos pedazos de su vida.
Déjalo gritar cuando se ha equivocado, porque los ancianos son como los niños, tienen derecho a la comprensión.
Déjalo viajar en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia si él ya no existe más
Déjalo envejecer con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
Por favor, ¡déjalo ser! |